FINAL COAC 2019. Una final eterna. Otra más, para goce del carnavalero. Doce horas, medio día, de risas, emociones y bostezos. Todo tiene cabida en tan largo periodo de tiempo. El Carnaval que se inicio en enero y terminó en marzo, donde el tan cantado febrero no fue principio ni fin, se escapa entre los dedos; entre los ladrillos del Teatro Falla, para serpentear por las calles de la Tacita. En su epílogo deparaba un homenaje inolvidable a los viejos chirigoteros, a esos míticos personajes que han engrandecido a esta fiesta. Ellos sí que son patrimonio material de la humanidad.
La gran noche nacía con la nostalgia de un grupo único. La chirigota del Love confirmaba el tremendo legado que se ha transmitido de abuelos a nietos bajo el mismo hilo conductor de estos juancojones. Jóvenes y viejos cantaban repertorios desde las momias a los puretas, con casi 30 años de océano entre ellas, de puerto a puerto. Y en la senectud de la sesión, tras comparecer los antiguos Yesterday, el grito de rabia de Manolo Santander en su lucha contra el bicho maldito. Que no es la lapa negra.
Chirigoteros eternos por la memoria que perdura en el pueblo. Invitados que resultaron ser protagonistas en la pugna entre dos genios. Martínez Ares y Juan Carlos Aragón marcaron una época y poseen la capacidad innato, el talento genuino, para prolongarla hasta una nueva década. Allí enfilan. Además, resucitando viejas rencillas después de cómodos tiempos de paz.
El que da primero, da dos veces. Con potencia y confianza el coro de Julio Pardo afronta la última batalla. Tangos nuevos y efectivos, idóneos para ganarse al Carnavalero y hacer amigos. Aprovechando el escenario y el momento, muestras ‘las normas de la casa’ a los muchos aficionados que se estrenan en el Falla por la suerte del bombo (el sorteo de la entrada). El segundo a Cádiz y Sevilla, novia y madre del Canijo como ha referido en ocasiones anteriores. Crítica para quien ose pisotearlas. Simpática tanda de cuplés y popurrí en ‘prime time’. Estos soñadores un tanto presuntuosos quieren contar su batallita.
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Cuarteto ‘Brigada Amarilla (Agüita con nojotros)’:
Insistencia, a riesgo de ser pesado. Con Morera y Mení todo es más fácil. Risas a tutiplén por su interpretación prodigiosa más allá del repertorio. Tema libre improvisado, con telonazo y diálogo delante de las cortinas porque en el Falla se está produciendo un incendio. Era broma. Cupleses cortitos y al pie. Repiten el tema libre de semifinales, el del crítico Michelín y el dinero que ganan los carnavaleros.
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La chirigota del Selu gustaba muchísimo en preliminares, donde no se arrastran los puntos. Y esa primera impresión ha sido la buena, tal que repetían el pasodoble a Sabina y el cuplé a los enchufaos de la Junta de Andalucía. Risas en la letra metacarnavalera y espectáculo cuando salta José Mari, de nuevo, como Freddy Mercury. El recurso para levantar al aficionado vuelve a funcionar, pese a ser una ‘rara avis’ en un autor del prestigio de García Cossío. Parece una afrenta: “¿Vosotros os reís con esto? Po toma que yo también puedo hacerlo”. Y tanto.
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Al fin, al fin, descendían de la plataforma del faro, que le impedía conectar con el público. El sonido es bien diferente. La poesía es la de siempre. Se hizo la luz y se firmaron dos poemas maravillosos, con una sensibilidad sólo al alcance de García Argüez. Dos cuerpos que se entrelazan para describir el amor entre dos invidentes. Y las lágrimas que son la consecuencia de un estado de ánimo: de tristeza, de emoción, de alegría… hasta desembocar en el llanto de un hijo. Repiten el cuplé de los pequeños luceros. Normalitos. Enorme el final del popurrí.
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Italia y Cádiz, dos mundos encontrados en esta preciosa apuesta de Nandi Migueles. El corista es un veterano y jugaba bien sus cartas el día grande, con un tango dedicado a la final. En el segundo se acuerda del ‘procés’ de Cataluña, un tanto extraño a estas alturas y después de tanto tiempo del referéndum, aunque el conflicto sigue vigente. Los cuplés dibujan una sonrisa antes del entretenido popurrí, en el que se superan por su elección musical y la correcta interpretación.
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‘Daddy Cádi’ esta de moda. Surfean en la cresta de la ola. Su ritmo reguetonero marcará el 2019. La presentación se canta a coro en el Falla como si llevara años sonando. Piropo a Cádiz con la deliciosa música del Lacio, desde su condición de sevillanos. Un amor prohibido, un amor sentido. En el segundo se paran los corazones para recordar a Nacho, su amigo fallecido en un accidente de tráfico. Ellos olvidan el Concurso para acordarse de un chaval que sin duda merecía un momento como el de esta noche. Bajan en los cuplés, y en el segundo salta el chistómetro. “Mea para que me oriente”. La cuarteta inicial del popurrí, ahora con Tino y Jesús Welcome, el Christian Grey, es la sensación de este febrero que se adentró en marzo. La chirigota del año para los aficionados.
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Comparsa ‘El marqués de Cádiz’:
Tras interpretar la mejor presentación de comparsa de este año, David Márquez Mateo deleita al Falla con su preciosa música de pasodoble, muy por encima de la letra y puede que del grupo (al que no se le puede reprochar nada, pero es que la calidad musical…). Emocionan con su segunda letra a la guitarra, a la que pedirán el parto de un nuevo pasodoble cuando acabe el verano y llegue septiembre. El amago con la retirada, otra más, pone el corazón en un puño. Sólo fue un juego. El popurrí cierra y rubrica la sensación de que es una comparsa muy dulce, elegante y agradable, pero un escalón por debajo de los primeros premios.
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La agrupación más redonda y completa de Los Estudiantes, sin flaquezas mostradas en ninguno de los cuatro pases. De nuevo dos tangos originales y perfectamente interpretados. A la escasa seguridad de los obreros en las factorías, crítico el primero, y a los Yesterday, 20 años después, con muchos de aquellos chirigoteros de nuevo sobre las tablas. De hippies a hippies. El tango clásico suena maravillosamente bien para luego dar rienda suelta al musical. La impresionante elección musical eleva las prestaciones de este coro.
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Cuarteto ‘Este año nos retiramos’:
Llega el final del curso de meditación. Con un tema libre en el que combinan nuevos golpes con otros que funcionaban en pases anteriores. Buenas alusiones carnavalescas, fresquitas, de última hora. Muchas finales fallidas para saber qué recursos utilizar. Aún así, el estruendo llegado desde el ambigú se siente más que las risas y las palmas. Cuplés irregulares, mucho mejor el segundo. Popurrí de piezas que han ido interpretando durante el Concurso. Pero hacer reír a las cuatro de la mañana sin saltitos ni morisquetas es prácticamente imposible,
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Chirigota ‘Las cosas del destino’:
La chirigota de los Carapapas, alejado de su estilo de antaño y más cercano al de Iván Romero, sorprendía con su presencia en la final y no defraudaban. El pasodoble volvía a erigirse como la pieza más aplaudida del repertorio, con opiniones dispares en los cuplés. El popurrí, bien vendible para el exterior, un tanto irregular pero efectivo.
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Y en medio del sopor, de la victoria de Morfeo y la derrota de la pasión, la presentación de ‘Los Carnívales’. Adrenalina pura, un despertador del alma. El grupo sacrifica por momentos la dulzura en beneficio de la potencia. La hora manda. Pasodoble de corte poético, difícil de seguir, a la soledad de una pareja de ancianos cuyos nietos significan el oasis de la felicidad en una vida rutinaria. Oda a Cádiz en el segundo, recorriendo las grandezas y miserias de esta tierra a través de innumerables metáforas. El primer cuplé pasa desapercibido pero el segundo cae como una bomba al ser un atacante a su principal adversario en la modalidad, Juan Carlos Aragón. Buen popurrí sin alcanzar la brillantez de otras obras.
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‘La llorona’ con la que encienden su copla y muestran sus huesos es un 1 fijo. El coro canta con la seguridad de un premio gordo, a expensas de lo que opinen los cinco del piso de arriba. Hasta semifinales se le demandaban letras en tangos y han cumplido con dos enormes composiciones para desmarcarse definitivamente. A la muerte de las mujeres y a la propia vida, perfectamente al tipo, desarrollados con buena aptitud. También hacen reír en los cuples y emocionan con un popurrí completísimo. A juicio de muchos, y del que escribe, difícil bajarle del escalón más alto del podio.
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Chirigota ‘La maldición de la lapa negra’:
Cádiz. Sin importar día, lugar y mucho menos la hora. La chirigota de Manolo Santander repite con su musiquitiquitiquica en el pasodoble de su presentación al Concurso. Guarda para instantes después el momento emotivo de la noche. El grupo dedica a su ‘comandante’ esta letra en la que relata su lucha contra el cáncer en primera persona, desde una óptica optimista. “Por una cosa mala hay mil buenas”. Por encima de los cuplés, repitiendo el de los hermanos Rivera. Gran popu de primer premio..
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Comparsa brillantemente escrita. Quizás la mejor obra literaria de Juan Carlos Aragón, música aparte. En su excelente interpretación se le ha echado en falta el rugido que rasga el alma, y que aparecía en la Final. Pasodoble de altísima talla a la alegría (sin desmejorar el primero a la inmigración). Hace sonreír con los cuplés pese a que el cansancio ha rendido al público. Merece el mayor de los premios, pues sólo se le puede criticar su semejanza con las precedentes. Pero compite con otras. El popurrí es una maravilla sin discusión de ningún otro adversario
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