COAC 2020

COAC 2020: Rivero pone la magia y el Bizcocho, los ánimos

El coro mixto y la chirigota sevillana cumplieron las expectativas y mostraron su mejor cara

Por  1:39 h.

La sesión de este miércoles, después de los sobresaltos vividos en la jornada anterior con Olaf y sus simpáticos bailes. Los nombres propios fueron los esperados Antonio Álvarez, ‘El bizcocho’ y Luis Rivero. El primero parece haber dado un pasito para atrás del respecto al año pasado, pero sin batacazos. Se nota el oficio y que tiene una fórmula que funciona. Mientras, Luis Rivero volvió a presentar una propuesta espectacular, con juegos de voces y una coreografía cuidada pero sin demasiado aire carnavalesco.

 

No faltó tampoco el palo a la prensa, con la chirigota de San Fernando. Por lo demás, todo medianamente correcto pero sin nada destacable salvo, quizá, las buenas sensaciones que dejaron los chicos de Los primerizzos en su debut en la categoría de adultos, bien cantada. Lo peor, la pobre propuesta de la chirigota de Punta Umbría, que abusó del tipo de pijo y no supo presentar un repertorio fresco.

 

La tribu de Cádiz

La comparsa de Algeciras trajo una declaración de amor a Cádiz y a su Carnaval. El problema venía precisamente de ahí, de tratar de encontrar algo original en ese tipo. Lo mejor fue el aspecto musical, en especial los momentos de lucimiento de Antonio Moncada durante el popurrí. Les falló, en cambio, la falta de contundencia de las letras.

 

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Los couchers lowcost

La chirigota del Bizcocho se mantuvo fiel a su tendencia de tratar de sorprender desde el primer momento, de pegar en la presentación. Sin dejar la buena impresión de los Jarabe de palo del pasado año, sí confirmaron que Antonio Álvarez sabe sacar oro de la mina de su ingenio. Los distintos golpes de las cuartetas funcionaron a la perfección y el grupo, aunque un poco por debajo de algunos de los que han contado ya en esta fase, parece que puede llegar lejos. Especialmente reseñable la música de pasodoble de Manolín Santander, que permite el lucimiento suave de las letras.

 

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Los primerizzos

La comparsa daba el salto de la categoría de juveniles a la de adultos. Y lo ha hecho dejando las mejores impresiones, cantando sencillito y con letras cuidadas. Dieron la impresión de que podrían estar en la siguiente ronda y que estaban preparados, por letra, música y, sobre todo interpretación, para estar partiéndose el cobre con sus hermanos mayores.

 

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Al sonar las doce

Luis Rivero se ha mantenido fiel a su estilo propio de coro, en el que se opta por el trabajo y la espectacularidad. Verlos y, sobre todo, escucharlos, es un espectáculo. Podrían estar en cualquier teatro, aunque más allá de los tangos y los cuplés, el repertorio será algo extraño para la batea. La factura de seres nocturnos que narran su amor por la ciudad cuando todos duermen es extraordinaria, pero dependerá del criterio de los jueces.

 

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Los periodistas se la dan de artistas

Una chirigota gamberra que mandó un mensaje a los medios de comunicación. El problema: todo el repertorio era de lo mismo, lo que hizo que en muchas ocasiones las únicas risas provinieran, precisamente, del foso.  Se salvaron algunos golpes, pero la interpretación no brilló precisamente por su coordinación.

 

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La ilegal

La comparsa de Ayamonte vino con muchos ensayos a cuestas y con un música que recordaba mucho a Juan Carlos Aragón. Eso sí, sin el apoyo obvio de la originalidad o las letras del Capitán Veneno. El repertorio estuvo acelerado, pero dejó varias cuartetas en defensa del carnaval callejero de buena factura.  La actuación fue de más a menos.

 

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Antes muerto que sencillo

La chirigota de Punta Umbría sonó sólo regular. La sucesión de chistes no terminó de funcionar y, pese a que tenía un público onubense entregado, tuvo que escuchar grillos en algunas partes del repertorio. El tipo, de pijo, tampoco funcionó.

 

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