La sesión de este miércoles de cuartos tenía tipo de semifinales por la calidad de casi todos los grupos que participaron. Desde los primeros compases de la noche se sabía que la cosa iba en serio. Así, la chirigota de Puerto Real fue capaz de reventar las normas de la lógica para llevar al límite el tipo de la chirigota. Son tan impacientes que han reinventado la manera de cantar los pasodobles, los dos. También parecen tener prisa los gasolineros del Sheriff, las criaturas de la noche de Rivero y las hormigas de Pedrosa, que rindieron a un gran nivel y seguramente ya tengan la mirada puesta más allá de semifinales. Aunque si de pensar en ir más allá se refiere, hay que darle un apartado especial a la Chusma selecta de Martínez Ares, en especial al cañero primer pasodoble en el que atiza a las cofradías por la polémica con el Cascana.
En las siguiente fase veremos, casi con seguridad, al cuarteto de Aguilera y a los couchers del Bizcocho, aunque no dieron un pase redondo en ninguno de los dos casos.
No aguantamos más… vamos de impacientes
La chirigota de Fermín y Antoñito la lió en la sesión del miércoles como lo hacen las agrupaciones que aspiran a todo: superando unas expectativas que eran ya muy altas. No sólo se presentaron con los niños de la cantera mientras cantaban sino que, en la presentación, salieron con los capirotes de Semana Santa. Serán recordados por cantar un pasodoble, con música nueva, contando cómo fue su paso por el COAC en 2020. El teatro los despide en pie.
Cari, resiste
El cuarteto de Aguilera prosiguió tanto con el viaje de su CadiTanic como con el estilo, en el que el hilo argumental era la excusa para el desarrollo de los golpes de la agrupación. Funcionaron mucho mejor las bromas referidas a Cádiz y al Carnaval que las más referidas al tipo. Estarán en semifinales, pese a que la actuación ha ido de más a menos y que, en la despedida, se han hecho largos.
Los Majaras
En esta segunda fase del concurso del Carnaval de Cádiz el nivel de exigencia es mayor y se nota. Las buenas sensaciones que dejó el grupo en preliminares se disiparon y quedó más en evidencia en los pasodobles y cuplés la falta de letras potentes. Pese a que sonaron mejor y la agrupación estaba más afinada, lo tendrán muy difícil para pasar de ronda.
Al sonar las doce
No hizo falta esperar a las doce para escuchar la monstruosa propuesta, entiéndase el uso de la palabra, del coro de Luis Rivero, en el que la coreografía, la interpretación y la canción brillaban a partes iguales. Los reproches que se le pueden hacer son los mismos que en el primer pase: el grupo suena, en determinados momentos, poco carnavalero, aunque derrochen calidad.
Los niños de la Petróleo
Lo de preliminares no fue una estación fantasma. La chirigota del Sheriff bombea a pleno rendimiento con un grupo que suena cmpacto y que sabe unir, a las letras, una interpretación cuidada. El segundo pasodoble, a la libertad de expresión, fue mandado guiñitos a algunas de las chirigotas más señeras del Carnaval. No faltó ni el cameo de Fali Vila para anunciar el lavadero de coches.
La chusma selecta
Martínez Ares dio un paso más en su propuesta aristrocráctico carnavalera. Todo sonó mejor, desde la presentación, con más claridad a la hora de cantar el credo de Los Peregrinos, al popurrí, en el que lucieron mejor todas las voces de la agrupación. Dentro del repertorio, si hubiera que seleccionar una pieza, sería el primer pasodoble, en el que ataca furibundamente a las cofradías por las críticas que ha recibido Nandi Migueles.
La colonial
El coro de Pedrosa no dio un paso de hormiga, sino de gigante. No tienen que demostrar que el coro está a uno de los niveles más altos, ya que su potencia de voces es de las más altas del Carnaval de Cádiz. Se echa en falta algo más de dinamismo en el popurrí, pero no tendrá problema para demostrar, al menos una vez más, de lo que es capaz.
Los couchers lowcost
La agrupación del Bizcocho tuvo que cerrar sesión, y eso le obligó a enfrentarse a un público más frío. Aunque la chirigota conserva el ingenio en las letras, sí se le echa en falta un poco más de pellizco en las composiciones. Uno de los ejemplos fue el pasodoble a la madre, en el que ni la parte cómica ni la grave terminó de cuajar. En el segundo, al peligro de conducir bajo los efectos del alcohol, sí demostró de lo que es capaz.