COAC 2019

Los morosos pagan la conviá

La chirigota de Los Molina redondea con humor la pasión de su repertorio y salda su deuda pendiente

Por  1:53 h.

Tenían una deuda pendiente. Cádiz les entregó el corazón en las noches sereníssimas, con el pulso latiendo al 3×4. Y no lo pagaron ‘religiosamente’. Se escaquearon, para su desgracia, y hasta acabaron en la UVI. Incluso amenazaron con dejarlo ‘fiao’, los malandrines. Se lo pensaron bien, en la soledad de un cuarto de ensayo, lejos ya de los cantos de sirenita, y este domingo los morosos regresaron para pagar la conviá.

 

Ajustan cuentas los Molina. La factura ya va servida con el pasodoble del taratachín, y ahora la propina es enormemente valiosa. A la melodía de sus compases, al sentimiento de sus letras y la fuerza del grupo, le unen la comicidad que redondea a las chirigotas. Repertorio excelente de principio a fin, con detalles por pulir por el abuso de juegos de artificio por encima del porte clásico.

 

Estos camaleones escondían las flaquezas de una sesión mediocre, que por momentos ilustraba la transición entre los viejos copleros (Manolín, los jubiletas…) y los nuevos aires (Nogueroles, Silva y Camacho). Tiempos aún por ajustar.

 

Coro El protestante: Mérito enorme traer un coro de Mérida, y las dificultades son perfectamente notorias en la interpretación, donde se echa en falta el lógico acople. Tango de Faly Pastrana y cupleses del Selu. Buenas letras. Flojea algo en el popurrí, la pieza de mayor dificultad en la interpretación. El Tron logra que sus chicos progresen. Lentamente, eso sí.

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Comparsa La llave. Problemas vocales impedían disfrutar de la escena de estos chiclaneros con excesivas pretensiones. Y sobre el papel, literal y literariamente, no merecían tan baja calificación.

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Chirigota Qué cruz de guía (de Cádiz): Jóvenes chirigoteros gaditanos, recién salidos de la cantera (inolvidables ‘Los ocho pesaos’). Tienen carisma aunque aún les falta repertorio. Mejor en los pasodobles que en los cuplés, muy destacable el popurrí, con varios puntos de carcajada. Así que se marchaban con un buen sabor de boca y el sueño, muy difícil, de entrar en cuartos.

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Comparsa Los Venditos: Interesante idea, pero menos original que en anteriores ocasiones. El grupo defiende con fuerza y potencia las letras de sus autores. Pero sigue faltando ‘ese algo’, y no es el nombre, para dar el pasito adelante.

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Chirigota El nombre me lo estoy pensando: Encontrarse con la mirada de Manolín Gálvez significa escuchar y sentir a la más pura chirigota clásica. Estos filósofos, pensadores que no se ‘sofoclan’, interpretan las claves viñeras pero les pesa su calidad vocal, más de calle que de Concurso. Soniquete distinguible, más bonito que bien cantado. Con escasa gracia en los cuplés, aún menos en el popurrí. Los tiempos cambian y quizás, sólo quizás, esta chirigota hubiera gustado más hace 30 años.

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Comparsa Cádiz, la asignatura pendiente: Buena idea de otros jovencísimos intérpretes. Este año parece de transición de muchos grupos que empiezan a echar los dientes entre los adultos. Cantada con delicadeza exquisita, mejor en el apartado musical que el literario. Falta profundidad.

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Chirigota ¿Salimos o no salimos?: Estos veteranos con alma de niño recogían el verdadero papel de docente de la comparsa anterior para impartir una clase magistral de ‘chirigotismo’ y arte. Las voces, con más de 70 años, llegan hasta donde pueden, pero esa es su única limitación. Buenos golpes en los cuplés y alguna bromita bien tirada en la pieza final de su repertorio.

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Chirigota Los morosos: Golpetazo con el efecto ‘escondite’ con el atrezzo. Estos morosos, como aquellos agarraos del Noli, no escatiman en gastos a la hora de cantar a una tierra a la que deben “hasta el tipo”. Precioso el pasodoble de medida, muy pero que muy bien escrito, con sencillez y acierto. De carcajada ambos cupleses, y un popurrí que terminó por dar la vuelta al Falla. Aspirantes a lo máximo.

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