Valoración: AHÍ, AHÍ
La presentación se arriesga con los instrumentos de viento, que no permiten escuchar nítidamente lo que cantan. La constante incorporación de instrumentos a los coros, más allá de las guitarras, bandurrias y laúdes no siempre es un acierto.
El tango tradicional, pero con una especie de sordina en la falseta que hace que no suene fuerte y poderoso. Primero empieza cantado con un forzado acento. “Y en febrero llegó el carnaval y mi pueblo se vuelve a juntar”, calle olor “pescaito y manzanilla”. Desvela por qué ese acento extraño, es una crítica al gaditaneo autocomplaciente del carnaval, a “las letras blancas del optimismo, del topicazo”, “nos creemos el lápiz rojo de la censura”. En el segundo apagan las luces y le piden a Dios, vela en mano, “acuérdate de la infancia que está temblando en esta ocasión”. “Niños y niñas sin más bocados que los del hambre”, o niños que sufren malos tratos, o “el niño que está tiritando en la noche del mar”. “Ay Jesusito, si tú eres niño, apiádate de los de este mundo”. Letras buenas las dos, pero no han estremecido en el desarrollo.
Cuplés que buscan ser celestiales. En el primero hablan de la tendencia (¿?) de poner calendarios de santos y Cristos y que “con la ruina que tengo voy a poner al Despojao, para ver cómo corre y que pase el año volado”. En el segundo, se quejan de la gente bebiendo el el carrusel… pues fuera los coros y venga le botellón, hay que seguir con las tradiciones. Alguna nube aparece en el horizonte.
Con un teatro que se ha vaciado y con la hora en contra, acometen en un ambiente de frialdad el popurrí. “Palabra de Diosa palabra de Dios, que aquí es carajote todo el mundo menos yo”. Uno de los mayores aciertos es la cuarteta que musitan con el sonido de las bolsas. Las cuartetas van lanzando un mensaje a veces poético a veces ecologista. No transmiten la alegría del resto de coros y tampoco tienen la potencia vocal de los principales. Además la idea, mitad cielo mitad colegio, tampoco termina de cuajar.