
Desde la noche del sábado, ya están puestas las calles para que las crucen los forajidos del Carnaval, quienes no creen en reglamentos ni en primeros premios y prefieren los paseos a la fama. En cualquier esquina y a cualquier hora, o en las noches del Pópulo a mitad de semana, las chirigotas ilegales demuestran que otra fiesta es posible y que incluso caben duelos en la cumbre, aunque los disparos sean de papelillos, como el que este año protagonizarán nuestros mayores clásicos: la Banca Guatifó -imprescindible su libreto de ahorro y sus billetes de yacobraste, una moneda que nunca fluctúa porque la imprimen ellos mismos- y la nueva chirigota que su antiguo letrista, José Manuel Gómez ‘El Gómez’, ha fletado junto con Emilio Rosado ‘Miguiñi’ y otros callejeros como Marcos Zimerman que se resisten a jubilarse, quizá partidarios de los dos años extra que nos han regalado el Gobierno, la patronal y los sindicatos. Se titula ‘Los que ponen la primera piedra pero solamente la primera piedra’ y su tipo es el más barato de la historia de los carnavales: 1,5 euros, consistente en la adquisición de unos cascos de obra impolutamente blancos, de los que no se manchan nunca porque tampoco trabajan jamás. De ahí que se llamen minichirigota de paisano y que, con un perfecto terno de traje chaqueta, desgranan un puñado de cuplés y una canción pegadiza. Pero su repertorio cumple estrictas funciones de Protección Civil, ya que fijan, limpian y dan esplendor al perfil político de Chiqui Pérez Peralta al tiempo que alertan terapéuticamente sobre la posibilidad nada remota de que Teófila Martínez en Cádiz y Rajoy a escala estatal nos la metan doblada.
Con una chistera en forma de papelera, la letra colectiva de ‘La Banca Guatifó’ pone en solfa a los autores materiales de la crisis: «Con la crisis del 29 a muchos banqueros/ se les fue la olla y se tiraban desde un balcón/ y a los que han liado la crisis que tenemos ahora,/ como no se tiran, vamos a pegarles un buen empujón». Creen, eso sí, que la culpa fue del chachachá y no es de los bancos ni de los gobiernos. Atención al estribillo: «Su préstamo está concedido,/ no tiene que preocuparse./ Falta la firma del director,/ que lo firmará/ cuando salga de la cárcel».
A bordo de ‘Los Guatifó’ siguen Julián Marcos, Antonio Matos, Devon, Pedro Morón, Luis y Manolo Padilla -los hermanos de Paz-, Juan Rodríguez Guanín y Juan Romero ‘Caracol’, que el domingo saludaba a su hija a la puerta de Los Dedócratas, convenientemente uniformada de la Sección Femenina de Malange Española, una ilegal que este año rompe la pana y las camisas azules y que viene a sumarse a la tradición de las chirigotas de mujeres como la de Eva Tubio, que en esta ocasión van de ‘Las Callejeras del 3×4’ o la chirigota de las Niñas, ‘Las Chirigóticas’, que completan junto a Ana y Alejandra Gómez o Teresa Quintero, Miriam, Merillou, Genma y, este año como novedad, la postulante Patri. Van de ‘As Mulatas da Cabalgata’ y a su repertorio como siempre le faltará ensayos pero le sobra ingenio.
Alberto y Nacho Serrano, Paco Mesa, José Moreno, Miguel Brun, Luis Bocuñano, José M. Gómez, Mario Fuentes y el gallego gaditanizado Faustino Núñez dan vida esta vez a ‘Bienvenido Mister Doce’, una chirigota de casapuerta promulgada en Cádiz cuyo inteligente vestuario juega a mitad de camino entre los majos de Cádiz y nobleza baturra. Quienes fueran ‘Los tipos de interés’ tiran a dar este año con los fastos del 12, aunque para librar a Cádiz de todos sus males, haría falta una expo, dos olimpiadas y tres mundiales.
Cuánta más hambre en el reino, más prosperan las ilegales. Este año bate récords, desde ‘Espero que te Gurtell’ a ‘Tiesos por la Pepa’, ‘Los composturas’, ‘El sushi de tu hermana’, la chirigota de Antonio Gómez con música de Luis Téllez y que reúne a 17 integrantes, hasta los clásicos El Cuqui y El Retama, romanceros de leyenda con quienes este año compiten, entre otros, unos extraordinarios ‘San Servando y San Germán, una historia de martirio que a más de una beata conducirá hasta el delirio’, de Sergio Torrecilla, que anoche se vieron las caras con otros veinte concursantes de lo suyo. A estas bandas de cuatreros carnavalescos no hay sheriff ni padrinos que las detengan.