Gadita por implante

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Efectivamente
el famoso investigador Bernat Soria salía de la zona de quirófanos del
Puerta del Mar con una penitencia de 40 batas blancas detrás, todos con
cara de bombista de chirigota después de una actuación, con una sonrisa
de oreja a oreja. Tras la operación iba a su despacho a comerse dos
aceitunas, una costumbre que heredó de cuando estuvo en Oklajoma y
echaba de menos a la española, pero la que iba rellena de anchoas.

Los
cuarenta con bata hicieron lo mismo…comerse dos aceitunas. En vez de
descorchar botellas de cava catalán, los médicos abrían latas de
aceitunas entre gritos de campeone, campeone, olé, olé, olé. Menos mal
que no había ningún peñista entre ellos porque se hubiera creado la
aceitunada popular Hospital Puerta del Mar y seguro que hubiera habido
entrega de placas, que es muy gaditano.

Estaban
celebrando el logro científico conseguido. Por primera vez en la
historia de la medicina mundial se le había implantado a un tío de
Esplugas de Llobregat el trigenoma de Maline, el furcarsem, en lenguaje
trécnico, que lo convertirá en gadita auténtico para toda la vida.

El
equipo de investigación de genética de Soria había descubierto que una
parte importante de los gaditanos desarrollan a lo largo de su vida una
trinidad diferente a la cristiana. Así mientras que la Iglesia cree en
padre, hijo y espíritu santo, el gaditano cree en furbo, Carnaval y
Semana Santa, tres elementos sin los cuales sería imposible vivir más
adentro de la glorieta de Cortadura. Los médicos lo bautizaron como el
pellizquito de furcarsem (furbo, Carnaval y Semana Santa) porque los
que lo tienen les da como un pellizquito con un gol de Abraham Paz,
cuando ven una manigueta o cuando escuchan el punteao de una guitarra
empezando un pasodoble. «Les da aquí, justo arriba de la tercera
costilla y a veces el fenómeno se acompaña con erizamiento subcutáneo
del cabello a nivel de antebrazo».

El genoma se
encontró por primera vez en Alfonso Maline, un tío que se ajogaba
cuando cruzaba la glorieta de Cortadura. A Maline le hicieron toda
clase de pruebas hasta que al final le diagnosticaron hipergaditanosis
húmeda por superpoblación de células de furcarsem en los riñones. Por
lo visto le miraron el riñón y aquello era un Jueves Santo en la
Catedral. La enfermedad se la curaron poniéndole videos de cómo bailan
los caballos andaluces, hasta que la población de células de furcarsem
se le normalizó.

A raíz de este incidente el
prestigioso científico se puso a mirar por los microscopios. Soria, en
sus investigaciones, logró aislar en laboratorio el furcarsem (furbo,
Carnaval y Semana Santa) y logró desarrollarlo en laboratorio en un
cultivo de babetas. «Es curioso, señala el médico sabihondo, que en las
babetas, en este ámbito pastoso, el trigenoma de furcarsem se
desarrolla con ritmo trepidante. Mirado al microscopio el genoma gadita
es una jartá simpático. «Mírelo, mírelo, joven» y allí apareció una
molécula con gorro de penitente, una caja amarrá a la cintura, unas
carzona azule y la bufanda del equipo campeón. La molécula, pa colmo,
me enseñó los pies y tenía puestos unos gargajillos de color carne».

Escuche
joven que la molécula le va a cantar un cuplé y efectivamente miré de
nuevo al microscopio de 300.000 aumentos y vi como la molécula se metía
un pito en la boca y decía «jiu». Aparte mi vista, no pude aguantar
tanta crueldad. Me pudo más la impresión que el avance de la humanidad.

«Ya
teníamos el genoma pero queríamos saber si esta era la causa por la
cual estos gaditanos tienen el corazón partío como Alejandro Sanz de
tanto amor por las cosas de Cádiz». Entonces nos fijamos en Pascualet,
un visitador médico de Esplugas del Valles que es más malaje que la
niña que ponen dentro de las expendedoras automáticas de tabaco para
darte las gracias. ¿Quillo qué? Le dijimos. El dijo «No sé».
Insistimos… «Enga» y el constestó «Bueno, pero un poquito na má, en».
Le pusimo la bata, lo dormimo con un villancico de Raphael y le metimo
a rempujone kilo y medio de trigenoma furcarsem por vía intravenosa. El
efecto fue inmediato, porque a los dos minutos se le hinchó el hombro
como a un cargador de la Sentencia. Llegó incluso a tener delirios,
probablemente porque entró en coma gaditánico, y vio al Cádiz jugando
en la arena La Caleta, con Paco Alba de portero y un romano del Ecce
Homo corriendo la banda. Corre Raulus Lopez, corre, gritaba enrojecío
el catalán reconvertido.

A las tres horas,
cuando se le pasó la anestesia, Pascualet despertó. Miró el
reloj…sonrió. Todos nos quedamos extrañados. Preguntó bajito ¿Qué
hora es, qué hora es?. Las cinco, son las cinco, dijo el doctor Peláez
que es muy rápido… «Po en el culo te la hinco». Todos gritamos.
¡Alabado sea el niño Jesús de Praga! La operación había sido un éxito,
Pascualet ya era gadita puro.