El Yuyu que no daba Yuyu

José Guerrero vuelve al Falla con un grupo de cirujanos flojos y le transplanta un bizcocho de chocolate a un brazo de gitano

Por  0:00 h.

El Yuyu, acompañado de su equipo de toda la vida y
después de tomarse un café con cortadillos en el bar de la esquina le
metió mano al brazo de gitano que se había quedado completamente
espachurrado después de caerse del expositor del Don Pan, desde una
altura de medio metro, lo que para un brazo de gitano es una
barbaridad, se lo digo yo que habló mucho con los bizcochos.

La rápida intervención del personal de la panadería
que trasladó al brazo de gitano a Urgencias permitió que el famoso
médico le metiera mano en pocos minutos. La suerte además les acompañó
porque el brazo de gitano no había desayunado ese día y permitió
ponerle la anestesia en pocos minutos.

La radiografías fueron contundentes. «El brazo del
gitano presenta rotura del bizcocho a la altura del tercer relleno y
herida inciso contusa en la cobertura de chocolate con pérdida de masa
de nata. Sus constantes vitales son muy leves y ha perdido mucha ázucar
y todo el coco rallado que le pusieron encima. Pronóstico muy grave».

Lo primero que hicieron en Urgencias es entablillar
al brazo de gitano con unas ensaimadas para que así quedara
inmovilizado. Se trata de una técnica inventada en Francia, aunque allí
se hace con croasanes. En El Puerta del Mar lo hacen con ensaimadas
«porque es más carnavalesco».

El Yuyu pidió que inmediatamente fuera introducido el
brazo de gitano en la UCI, que le pusieron un gotero de azucar glass y
como si fuera el de Urgencias, pidió placas y un análisis de orina. ¿de
orina? Le preguntó la enfermera. «No me hagas caso, mujé, es porque en
estos momentos de tensión me gusta decir alguna pamplina».

El médico organizó a su equipo con rapidez. Unos
bajaron al Don Pan a comprar bizcocho y otros fueron al Supersol a por
una tableta de chocolate Zahor para hacerle una transfusión al brazo de
gitano. El grueso de sus hombres de confianza fueron a Las Flores dos,
por un kilo de churros y café para afrontar con éxito la operación.

Ya vestido de verde y con la mascarilla puesta, con
un escudo del Cádiz a la altura de la boca, para respirar en amarillo,
el prestigioso médico explicó a los periodista la intervención: «Lo
vamo a abrir por la mitad, vamos a ver como está la nata. Si está
derretía la meteremos 10 minutos en el congelador y luego procederemos
a implantarle el bizcocho sustituyéndolo por el que está espachurado.
Finalmente le injertaremos el chocolate por vía intrabizcochal y lo
coseremos con cabello de ángel. En 8 días le retiraremos el cabello y
en no más de10 días los Ordóñez podrán poner otra vez el brazo de
gitano a la venta, sin que nada hubiera ocurrido».

Entre aplausos el Yuyu se metió en el quirófano y al
compás de pasodobles de Raza Mora realizó la operación que se calculaba
que duraría 17 horas. Si hubiera sido un bizcocho borracho, todo habría
sido más fácil.

Podría haber sido perfectamente un pasodoble del
Yuyu. José Guerrero, el pregonero del Carnaval de 2006, decidió este
año arriesgar y no limitarse a presentar la fiesta en San Antonio, sino
que ha participado en el concurso tras varios años de ausencia. Es un
gesto de humildad que le honra. El Yuyu, llegó, operó y la lió,
logrando una de las mayores ovaciones de la noche donde otra chirigota,
la de los Carapapas, también triunfaba sobre el escenario.

El Yuyu cumple además en 2006, 20 años desde que
salieron por primera vez en una agrupación. Siempre ha sido el mejor
cantador del absurdo. El único capaz de hacer un pasodoble dedicado a
una rebelión de las chacinas del supermercado pidiendo la liberación de
un choperpó de lata, cruelmente sometido a encierro.

Pocos hombres en el mundo se han atrevido a pedir la
libertad para el choperpó de lata, igual que pocos se hubieran atrevido
a subirse al escenario vestidos de cornudos o de árbitros, para
aguantar el cachondeo de todos los que lo miran.

El Yuyu es de esas personas que tiene el don de la
gracia natural, de los que las cosas le salen de dentro y parece que
sin esfuerzo. Capaz de escribir sobre los sufrimientos de los palomos o
de la fórmula a emplear para rebañar con éxito una olla de menudo.

Su sola presencia llena el escenario. Es de esos
autores que se colocan en el centro de su agrupación y, sin hacer
ningún esfuerzo, se lleva todas las miradas…hombre también porque
tiene un metro noventa y está bien alimentao, que eso también
contribuye.

Ayer, mientras sus médicos cantaban en el Falla, la
gente pedía silencio después de reírse no se fueran a perder la próxima
pamplina, porque la verdad es que iban encadenadas.

El mundo necesita gente que siga pidiendo la libertad
del choperpó de lata y de médicos que sean capaces de devolver a la
vida a un brazo de gitano…por el bien de la humanidad y por el bien
del Don Pan de la Avenida.