El efecto yanovoymá

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El primer impacto para estas personas es el sábado de Carnaval en el
que tan sólo se ve a mucha gente disfrazada por la calle y poco más.
Después del pregón en San Antonio todo queda al libre albedrio, bajo la
filosofía del vamonó que nos vamos que tanto nos gusta en Cádiz. Igual
que se improvisa por la tarde un disfraz con la bata de mama, una
rebequita de mi hermana y cuatro rulos, pues igual se improvisa una
noche carnavalesca. Aquí no pasa ná, como diría La Guillotina. Lo malo
es que si pasa. Los que vienen de fuera no entienden nada y se pasean
por las calles con el gorro de plástico y la barba comprada en un
tenderete callejero y con una copa de manzanilla en la mano y empiezan
a buscar Carnaval: por la Viña, por el Mentidero, por Santa María, por
la Alameda y lo único que encuentran es gente disfrazada corriendo y
mucha, mucha manzanilla, mucho moscatel y mucha Cruzcampo, también
corriendo…porque todo el mundo va corriendo. Siempre hemos sido
contrarios a encorsetar el Carnaval. Cuanto menos reglamentos y cosas
se le pongan mejor, pero no debemos olvidarnos de que uno de los
pilares en los que queremos basar nuestro futuro es en el turismo y
esta fiesta, nos guste o no nos guste, es nuestra tarjeta de visita. Tú
le dices a la gente Cádiz y te contesta Carnaval. Pocos te responderán
la calle Ancha y menos aún la fuente del niño meón de La Alameda. Es
necesario por tanto, como muy bien dice Pepe Landi, que todos nos
rasquemos un poquito la cabeza para llenar, al menos durante el primer
fin de semana, la agenda de actos sobre todo en lo que se refiere a las
noches. El Ayuntamiento debe, el primero, liderar este movimiento. No
se puede editar un programa de actos con tanto retraso. Se comprende
que hasta el final no se pueden pulir muchos detalles, pero hay que
editar un programa más general para las personas que nos visitan. Qué
lo conozcan con tiempo para que puedan planificar su viaje. No sé puede
aguantar tampoco, la lamentable gestión de una entidad bancaria, Caja
San Fernando, que cada año se lleva las principales agrupaciones el
principal día de la fiesta a Sevilla. Es necesario que empresas
privadas de Cádiz o alguna otra entidad bancaria, o una colaboración
entre agrupaciones, entidades públicas y privadas hagan que las
agrupaciones durante la fiesta estén en la ciudad. Comprendemos que
tienen que ganar dinero y la obligación de la ciudad es ofrecérselo
para que se queden aquí, aunque también ellas, con el amor por la
ciudad que tanto declaran, deberían de hacer un esfuerzo. La actuación
de las agrupaciones en Sevilla nos perjudica en dos cuestiones. Primero
porque las agrupaciones no están aquí y segundo porque todas esas
personas que acuden masivamente al espectáculo no vienen a Cádiz y eso
significa dinero de menos para todos. Y es más, aviso para navegantes,
atención al Carnaval de Sevilla y atentos a los próximos años…no vaya
a pasarnos como con el Comercio de Indias. Pero no sólo es necesario
que las agrupaciones estén en Cádiz y se les vea, ya sea en tablaos, a
veces desangelados, pero, sobre todo, en fiestas y recintos donde se
pueda ir a verlos. Este es un camino en el que entra la iniciativa de
las entidades ciudadanas, ya sean públicas o privadas. Es necesario
reforzar la oferta de fiestas y bailes. Este año los artesanos han
tenido una buena iniciativa, pero es necesario que otros colectivos se
animen y la ciudad se llene de bailes y fiestas a los que poder acudir,
ver las agrupaciones, bailar, comer o in, in, in, pero que los haya.
Aunque es verdad que muchos restaurantes ofrecen espectáculos de cena y
agrupaciones, también sería necesario reforzar estas oferta y crear
incluso una guía, y aquí podría colaborar el Ayuntamiento, con la
oferta existente y así que los turistas puedan elegir. El problema es
que la dejadez con la fiesta no es sólo municipal. Los autores están
muy preocupados con el concurso y parece ser que es lo único que les
interesa y los colectivos económicos de la ciudad, la oposición,
asociaciones de comerciantes, empresarios y hosteleros guardan, a mi
modesto entender, un silencio llamativo. O todo va sobre ruedas, o las
voces que surgen no tienen contacto con la realidad o simplemente el
tema no les interesa. Es verdad que los hoteles están llenos y los
restaurantes también, pero es muy importante que la gente se vaya
contenta y no vaya por ahí diciendo, en su casa, a sus amigos y en sus
trabajos yoyanovoymá.