Se puso su primer disfraz de Carnaval a los cinco años y ahora con 34 puede presumir de haber salido en muchas agrupaciones y tocado casi todos los palos. Su gran «locura» tocar los dos palos, o sea, poder salir en un cuarteto, una posibilidad que sopesa muy seriamente, aunque sea la modalidad más obligada a hacer reir del Concurso.
-¿Cuántos tipos guarda en su armario físico?
-En total son seis. Los de las chirigotas de los tres últimos años más la chaqueta de ‘Los veteranos del Vietnam’, la camisa de ‘Los panteras’ y la chaqueta de ‘Vota P.I.C.H.A.’
-Y en su armario sentimental?
-Hay uno al que le tengo un cariño muy especial. Es el de ‘Los últimos del Titanic’, una chirigota que sacamos entre ocho, sin guitarra, y aunque nos quedamos en preliminares nunca se me olvidará.
-Qué falta y qué sobra en su armario?
-Sobrar no sobra nada. Faltan los tipos de mis tiempos de infantiles, los de los años en los que nos escribía el recordado Antonio del Valle. También echo de menos el de coro ‘Arde Gadir’ y el de ‘La gran regata’.
-¿Qué tipo de otros autores metería en su armario?
-Todos los de la chirigota del Lobe, son unos auténticos maestros en esto de la puesta en escena.
-¿Y algo del Carnaval que haya que echar en el armario?
-Lo que más me molesta es la envidia y los celos que puede llegar a haber en el Carnaval. Eso hay que erradicarlo de raíz
-A quién sacaría del armario?
-Indudablemente a Antonio Martínez Ares. Tengo muy claro que algún día tiene que volver.
-Tiene pensado meterse algún día en el armario?
-Yo no me meteré en el armario hasta que no me lo diga mi mujer. Ella es que la me empuja para que siga, ya que es muy carnavalera. De hecho la conocí en la carpa. Además no me puedo marchar sin cumplir uno de mis sueños. Y es que estoy loco por salir algún año en un cuarteto.