Felipe Marín ha llegado este año al Falla disfrazado de turista con el coro que hace años revolucionó la modalidad con su simpatía. Ahora, intenta renovar el Gobierno de Cádiz desde el partido UPyD, con el que se presentará a las próximas elecciones.
–¿Qué tipo le hubiera gustado dejar colgado dentro del armario?
–El de mi primera chirigota de 1999, Los del Tour-Uru. Fue un proyecto de callejera que acabó en el Falla, donde fracasó estrepitosamente.
–¿Y el que nunca hubiera guardado?
–El de ‘Los Gomina’. La actuación en preliminares fue antológica, con el Falla partiéndose con cada uno de los golpes. Nos quedamos fuera aun teniendo puntos. La gente nos seguía en la calle.
–¿Qué cosas del Carnaval dejaría ocultas y con la llave echada?
–La desidia de la concejalía de Fiestas. El Carnaval adolece de cariño y repite sus errores año tras año. Alguien no hace bien su trabajo, pero como decía el estribillo de Los Dedócratas: «Aquí no pasa ná».
–¿Hay más gente disfrazada en el Carnaval o en la vida diaria?
–La vida es el peor de los carnavales posibles. Nos disfrazamos de hombres y mujeres responsables cuando lo que nos apetece es hacer otras cosas. Si nos quitásemos las caretas seríamos más felices.
–¿Cómo lleva el cambiar el bigote de Franco por un museo de arte?
–Regular, ya que no tengo tiempo. El coro es lo prioritario y lo de la chirigota surgió por el cariño que le tengo a mi gente de Puerto Real.
–¿Tiene su armario caducidad?
–Lo que tiene fecha de caducidad es el día, exactamente 24 horas. El trabajo, el Carnaval y la política me deja poco tiempo para la familia. Me planteo escribir pero no salir en el Falla.
–Político, corista, obrero… ¿con cuál se queda de estos tipos?
–El de obrero, pero de los que aún reivindican los derechos de los trabajadores. Y como soy contestatario y carnavalero he pasado a presentar mis propuestas en UPyD, por lo que puedo llevar mis inquietudes del papel y la guitarra a un programa electoral.