AQUEL MARAVILLOSO AÑO... 1964

«Paco Alba sería capaz de meterse con Teófila sin que ella se diera cuenta»

El comparsista Antonio Galán Miranda no olvida el año de 'Los fígaros' aunque cree que todas las comparsas del «genio de Conil eran buenas»

Por  2:47 h.
«Paco Alba sería capaz de meterse con Teófila sin que ella se diera cuenta»

 

A Antonio Galán Miranda se le quibra la voz cada vez que escucha hablar de Paco Alba. Y se le quiebra, no solo porque se acuerde de las veces que ha salido con él en Carnaval sino también por el recuerdo de una persona que le ha dejado marcado. Con él se unió en 1964 con ‘Los fígaros’ y con él se retiró en 1971 con ‘Los forjaores’. Le cuesta elegir una agrupación suya porque considera que todas las comparsas del «genio de Conil eran buenas».

-¿Cómo llega hasta la comparsa de Paco Alba?

-A través del que después fuera mi suegro, Eduardo Delgado. Él siempre le hablaba bien de mí a Paco y mi admiración y respeto por este autor no tenía límites. Por él y por todos esos históricos que iban con él como Emilio, Julián, Manolo Moreno….

-¿Tenía alguna experiencia carnavalesca?

-Sí. Mis pinitos los hice en el coro ‘Faraón y su corte’ en el año 1961. Al año siguiente salí con Eduardo Delgado en ‘Los tratantes de ganado’ y en 1963 me incorporé a la comparsa de Enrique Villegas que sacó ‘Los dandys negros’. Ese año Paco escribió ‘Los currusquillos gaditanos’

-¿Cómo era Paco Alba?

-Un auténtico genio. Hay gente que tiene un concepto muy equivocado de él. Tenía un enorme problema de timidez y en absoluto era tan presuntuoso como algunos han dicho sin conocerlo. Era para comérselo, de sencillo. Había veces que cantábamos en los sitios y cuando venían a pregutarle quién era el autor de la agrupación nos pedía que dijéramos que éramos uno de nosotros. Para nada le gustaba presumir porque como él decía era muy bajito y no tenía motivos para alardear de nada.

-¿Cuándo empezaron a gestarse ‘Los fígaros’?

-Nos reunimos el 1 de noviembre, día de Tosantos, como hacíamos todos los años en el bar de Los Pabellones en San Juan de Dios. Ese día hablamos y, muy poco tiempo después, comenzamos a ensayar.

-¿Y cómo fueron esos ensayos?

-Aquel año salió todo rodado desde el primer momento pero no siempre fue fácil. Recuerdo que con ‘Los hombres del mar’, Paco cambió el pasodoble muchas veces porque decía que había que ir limándolo hasta que oliera a ajo y luego hasta que no oliera. Lo corregía mil veces. Podía llegar a cansar, eso sí, lo remataba con un ingenio que ahora le falta a algunos autores. Hoy en día Paco Alba sería capaz de meterse con Teófila sin que ella se diera cuenta.

-¿Qué tal los aficionados con ‘Los fígaros’?

-Aquello fue increíble. En el Concurso tuvimos que repetir un popurrí en el Falla. Ya en la calle nos convertíamos en los protagonistas de la fiesta. El Concurso acababa un viernes y el sábado ya estábamos cantando en los bares. Quedábamos a la una de la tarde y nos daban las cinco de la mañana en El Anteojo.

-¿Qué ha heredado Cádiz de todo aquello?

-Antes los aficionados se aprendían los repertorios de las agrupaciones cuando los escuchaban. Ahora nadie puede cantarlos ni se acuerda de nada.