OPINIÓN

Las primeras sesiones

Por  9:25 h.

Aquí estamos otra vez, cielito al pie del cañón….», pues eso, aquí de nuevo compartiendo con los lectores esta columna que me brindan los compañeros de LA VOZ.

Se alzó el telón, empezó el Concurso con serias novedades, entre ellas, lo corto de las sesiones en la fase preliminar comparadas con las de otros años, pero lo que no deja de sorprenderme es el asunto de la venta de entradas. En dos días se había agotado todo el papel para las 21 sesiones de preliminares, sin contar también con las semifinales y finales de juveniles e infantiles que se agotaron en cuestión de un par de horas. Insisto Todas. Es evidente la repercusión que toma el Concurso, pues los aficionados de muchos lugares de la geografía española compran entradas para las sesiones sin importar quién actúa cada día.

El hecho de acudir al Teatro sea quien sea el que actúe ya satisface esta pasión. Puedo entender ahora a los que se ponen valientemente en cola durante seis días y seis noches para asegurar sus entradas, ya que internet no garantiza el poder asistir a la función que prefieras, es más, poder comprar entradas online se me antoja decir que es cuestión de suerte. En 30 minutos ya estaban marcadas todas las sesiones como agotadas.

Son muchas las críticas que se escuchan en nuestra ciudad hacia los que durante tanto tiempo guardan su sitio a la intemperie. Y digo yo, recuerden las colas con sus tiendas de campaña de la afición del Atlético de Madrid o del Bilbao para ver a sus equipos en finales coperas, recuerden a cientos de adolescentes haciendo filas para ver a Justin Bieber… pues oiga, que esto ya es igual, que quieren escuchar en directo y el día de su estreno a auténticos ídolos. Que el Carnaval no es ahora como era, que ir a taquilla el mismo día como ataño, ya no vale, olvídense. Por suerte, siempre quedará el sofá de casa siempre que te hagas con el monopolio de mando, esto es otra lucha de la que les puedo hablar en otra ocasión. En fin, que asegurarse ver a los grupos de Ares, Aragón, Bienvenido, Tovar o Martín se ha convertido en un privilegio al alcance de unos pocos. Y estos pocos son los que pasan días en una cola. Ahora eso sí, un poquito de civismo y educación tampoco vendría mal.

¡Salud, cadismo y carnaval!