OPINIÓN

BLAM, BLAM

Por  2:39 h.

 

El deporte del cuelo es una disciplina no olímpica en la que los gaditanos somos especialistas. En mi caso tenía la suerte de conocer a un portero del Andalucía y de allí provienen mis primeros recuerdos carnavalescos en el teatro. Era el año 88 y pude ver en persona el pelotazo de Los combois.

Sin embargo, el recuerdo más grato de aquel concurso es el de la risa compartida con un teatro lleno viendo a un cuarteto. De aquel grupo destacaba un tipo larguilucho que después supe que se llamaba Emilio y al que llamaban el Libi.

Desde entonces presté especial atención cuando sobre las tablas plantaba su gaditanismo ese artista que si hubiera nacido en Los Ángeles llenaría los carteles con su cara y no tendría que trabajar por las mañanas de guardia de seguridad. Me reí con sus cuartetos, me indigné con los defensores de la Macarena, saboreé la comparsa añeja.

Para mi el Libi representa lo que se ha perdido del Carnaval de Cádiz. La sencillez, la ironía, el consumo interno, el Horno de la Torre y la Librería Minerva. Aún me sé de carrerilla la parodia de Otro duelo pero sin caja sobre los partidos políticos. Eran tiempos en los que el cuarteto hacía reír con las palabras y no con los efectos visuales. Eran tiempos del blam, blam.

El viernes lo volví a ver sobre las tablas del Falla vestido de Papa y me di cuenta de cuánto lo echa de menos nuestro Carnaval. Yo no pido que vuelva Martínez Ares ni Bienvenido. Yo al que le pido que vuelva es a Emilio Gutiérrez Cruz, el Libi.