El niño del coro | Opinión

A los que no pasaron

Por  9:12 h.
A los que no pasaron

El trago de no salvar el primer corte de preliminares sólo lo pueden entender aquellos que lo han vivido en sus carnes. Es un mal momento, tan malo que parece que el mundo se te viene abajo por un instante. Sientes todo tipo de sensaciones desde la rabia hasta la impotencia, pasando por el desencanto por la fiesta. Para muchos es una tontería pero para ellos no. Ya se sabe que esto es solo Carnaval y que tomárselo de otra manera no tiene sentido, es verdad. Pero solamente el que ha pasado por ese trago, y sé de lo que les hablo, puede explicar tal hecatombe que sucede por tu mente en esos momentos. La realidad después te lleva a recapacitar y el velo de la diversión te hace olvidar esa pesadumbre. Con este artículo quiero hacer llegar a cada uno de ellos que intenten olvidar ese tropiezo y que éste les sirva para empezar de nuevo. No intenten mejorar buscando autores de renombre, ni haciendo fichajes siderales, ni incluso queriendo inventar algo tan sofisticado y novedoso que después nadie lo entienda. El camino lo tienes que hacer con tu criterio y con tus amigos. De nada sirve perseguir la estela de otros autores o grupos y mucho menos intentar sobresalir a base de efectos especiales sin argumento. Este año estamos viendo muchos grupos que han seguido solamente a su corazón y eso es de sobresaliente. Autores o grupos como los de ?Los Bacanales?, ?Aquelarre?, ?Érase una vez los malos?, ?Los Pepegim?, ?Los que siempre se pasan de tiempo?, ?Agua Tapá?, ?Óyeme? ?Los Amancio Hortera?, ?Los de Aragón? y muchos más, están decidiendo su propio estilo y esto les está llevando o llevará a triunfar de seguro. El cambio de autor, grupo o estilo, que cada año muchos realizan para alcanzar la cima velozmente, les descubren con acidez que cada día están más lejos de ella. Aquellos que sigan a su corazón, a su obra, a sus amigos y a su propio estilo con humildad y perseverancia, conseguirán sin duda divertirse lo primero y llegar muy lejos después.

A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa (Tolstoi).