CARNAVAL DE CÁDIZ

Y si no seré luz

Por  8:00 h.

Ha pasado el Miércoles de Ceniza y yo debería estar rubricando columnas sobre cofradías y procesiones por las calles andaluzas. Mientras lo intento, pienso que, en realidad, el ciclo se inicia y se clausura del mismo modo: con el fuego. Con el rito para recordar que somos cenizas, que podemos renacer, que existe alguna forma de redimirse. La búsqueda continua del perdón divino que deje sosegada la conciencia para poder volver a envenenarnos. El espectro de los amantes muertos de Candela, la canción del fuego fatuo.

Mientras la plaza de San Antonio recitaba los versos del poeta profano, el estallido en medio de la noche anunciaba que el dios de los juntaletras nos daba una nueva oportunidad para errar. Cuando expulsaron a Momo del Olimpo, supongo que quiso venirse a vivir a Cádiz porque, al menos aquí, todavía está permitido burlarse del poder y cantar a su culto.No imagino otra forma de incinerar a sus fieles y sus recuerdos que en la pira de San Antonio, junto a quienes aún son sus devotos en la tierra.

Entre el humo y lo calcinado, la explanada va volviendo a la calma, la madrugada sigue cayendo y los fieles se adentran en las calles en busca de ofrendas ilegales a la deidad abrasada. Las callejas vuelven a colmarse, las esquinas se saturan, los romanceros repiquetean sobre sus cartelones, el rumor de las coplas plaga las arterias de la ciudad y las semillas del nuevo año, comienzan a germinar a las plantas de Columela.

Allí encontré la única taberna abierta. Dos cartuchos de freidó y alguna cerveza. La urbe comienza a adormecerse y los sacrificios a Momo se despiertan. Me siento en un banco, a la espalda del romano agronómico de la plazuela. Su fuente está regando las simientes de esas flores. “De aquí salen todas las coronas de muertos de la ciudad” me dice una voz que se sienta a mi lado.

¿Acaso no hemos muerto también nosotros hoy?, pienso.

¿Sabes? Ahora mismo soy bastante feliz”. Sentencia.

Creo que yo también.

Supongo que todos los dioses tienen celos de Momo por vivir en el auténtico paraíso.