Opinión

Y los sueños, sueños son

Por  6:59 h.

Todo aquel que me conoce sabe de mi amor por esta fiesta. Por esta gloriosa semana que hoy, día de la publicación de este artículo, habría comenzado si la pandemia que sufrimos no nos la hubiera arrebatado. He sido integrante, autor o coautor de chirigotas callejeras –con alguna incursión o colaboración en el Concurso– desde el año 1993, y no encuentro mejor momento que este para una confesión que solo habré contado a los más íntimos. Fui siempre –sigo siéndolo– muy perezoso para escribir la agrupación, no porque no me gustase hacerlo, sino porque me disperso con mucha facilidad en cualquier otra actividad que me resulte estimulante.

 

Afortunadamente tenía en la agrupación amigos que, como me conocían, eran casi igual de tenaces conmigo que las televisiones con la repetición en bucle de hisopos ingresando por la nariz hasta casi taladrar el cerebro. Pues a pesar de todo, los sueños, producto del inconsciente, como decía Freud, también se encargaban de alertarme de la proximidad del Carnaval. Cada 9 de noviembre –como siempre sin tarjeta– no me llegaba un ramito de violetas, sino un sueño recurrente que cada año me recordaba que era el primer sábado de Carnaval y aún no había escrito una sola frase del repertorio. Recuerdo la confusión con la que recibía en sueños la información y mi angustia al despertar. Igual de recurrente que esa pesadilla es escuchar a integrantes de agrupaciones del Concurso declarar cada año en preliminares que para ellos pisar las tablas es un sueño cumplido.

 

Con sinceridad, solo siento la pérdida del COAC por el quebranto económico de artesanos, maquilladores, sombrereros o vendedores de gafas de soldador. El COAC hace tiempo que necesitaba un buen barbecho y determinadas agrupaciones también; que sean conscientes del tiempo que podrían recuperar para sus familias, para leer poesía, ver cine, o escuchar a Chopin, y que esto lo pongan en la balanza con cumplir el sueño de irse con la cara partía, como siempre, después de tanto esfuerzo. Hoy, me perdonaréis, pero mi corazón está con aquellos que sueñan con esta semana que hoy empieza, pero fundamentalmente con el público de las callejeras que viven lejos de Cádiz. Amigos entrañables que no faltan un solo año desde Madrid, Valencia, Málaga, Santoña, Zamora… Pero también desde Alemania y hasta de Bariloche, Argentina. A todos ellos, mi abrazo. En algo más de lo que tarda un punteao de comparsa chunga, veréis como hemos despertado de esta pesadilla y volvemos a encontrarnos por los callejones.