Un niño jugaba en el salón de su casa a colocarle unas pegatinas a una recién comprada cajita cuadrada. Su padre le había traído dos iguales: Parte I y Parte II. Pudiera escribir con rotulador “Gran Final de 1990”, pongamos por ejemplo. Esa cajita negra, no era sino una cinta de VHS a estrenar en aquella noche de jueves y esperaba su momento para entrar en aquel reproductor que estaba debajo de la tele. En su cinta magnética podría memorizar coplas como el “Mi amigo Paco intentaba convencerme” o ese “Mari, Mari, María” con tanto pellizco de La Mar de Coplas.
Y todo ello para luego quedarse guardada en la estantería o en el mueble bar, junto al resto de cajitas negras, decoradas con pegatinas y con rotulación similar: Gran Final de…. La primera cinta que tengo en mi mente, grabada en mi casa fue la de 1987. La impresión de Watussi, la irreverencia del cuarteto de Rota, el Cojo Manteca dando Terror Terrorífico o esa presentación “entre el fatuo fuego”, interrumpida por la voz de Enrique Treviño saludando al resto de España.
Aquel vídeo que sirvió a los hermanos Villegas para entender que tres cosas había en la vida: coche, trabajo y el vídeo. Y al mordaz del Libi recordarle al Puerto en su Antología Fúnebre, que cuando los Caballos compraron un vídeo, que ya se había oxidado y lo tuvieron que tirar.
Esas cintas, que aún conservo, permanecen olvidadas un viejo trastero, pero no en mi recuerdo. Y en la memoria de muchos aficionados que en estos meses han visto como se recuperaba parte de su vida. Han rebobinado sus mentes, para reproducir nuevamente algunas de esas historias. Y no se ha quedado ahí la cosa, porque desde la pasión de un veterano comparsista, se ha tenido la genial idea de recuperar una parte de Cádiz. Momentos estelares y muchos de ellos inéditos que han visto la luz, a causa de esta iniciativa impulsada por la situación sanitaria.
Cintas VHS, no sé si BETA, han vuelto a renacer para enseñarle al mundo, que en Cádiz si no hay Carnaval nos reinventamos resucitando viejas coplas. El falsete del Alemania en Comuneros, las chispas del carro de los Afilaores, las presentaciones con cierta crítica de Los Carreros, el “pitraco” de Hombres Lobo, la explosión de Entre Rejas. Un público expectante a sus agrupaciones y emocionadas con la sola presencia de sus copleros. Esto nos ha servido para valorar todavía más nuestro y pasado, esperando que en un futuro no muy lejano podamos aplicar este nuevo precepto.
Mis cintas seguirán en el viejo trastero, mi recuerdo espero que siga durante mucho tiempo. Tanto como la inocencia de aquel niño que escribía con letra temblorosa el nombre del imborrable recuerdo que estaba a punto de meter en una cajita negra. Larga vida al vídeo, las casetes y al que bautizo oficial y cariñosamente como Pepe el VHS.