Manolo Santander, con su chirigota 'Los destripadores de la calle Londres'.

Carnaval de Cádiz

¡Virgen de la Palma, me cachi en la má!

"Cantaban 'Los Destripadores de la Calle Londres' en Cuartos de Final y recuerdo que acabé el segundo pasodoble de pie, como si de una ocasión clara del Cádiz se tratase"

Por  21:35 h.

Hacía calor en la casa pero de repente entró el frío, como en esta calurosa mañana de septiembre después de recibir la noticia. Entonces vivía en Londres, lejos de casa, la familia y nuestras costumbres. El Carnaval siempre nos ayudaba a quitarle kilómetros al mapa y cuando el Concurso llegaba, aún nos sentíamos más cerca de nuestra tierra.

 

Era febrero y de pronto apareció él en mi salón, vestido de destripador para desgarrarnos las entrañas. Cantaban ‘Los Destripadores de la Calle Londres’ en Cuartos de Final y recuerdo que acabé el segundo pasodoble de pie, como si de una ocasión clara del Cádiz se tratase. Luego acabamos abrazados todos los que estábamos. Fue gol. Y por la escuadra. Santander había hecho magia. Hizo el viaje de ida colándose en el ordenador y luego el de vuelta llevando a todos los emigrantes hacia las tablas del Falla con una letra inolvidable; “Desde que salí de España…”

 

En ese pasodoble, con música ‘Martínista’ y pellizco ‘Santanderino’, Manuel hablaba de un emigrante gaditano en Alemania pero fácilmente extrapolable a cualquier otro gaditano en la misma situación. Manolo Santander, desde su feudo en la Tacita, supo recitar en casi dos minutos todos los castillos en el aire que yo hacía cada mañana en el metro. Uno por uno, los rituales de cualquier gaditano fueron cayendo por la ladera del pasodoble. Me pareció increíble como alguien desde tan lejos, pudiera describir tan minuciosamente sensaciones tan propias y dejar KO a los tres que estábamos en esa casa. Pronto entendí, que la culpa la tenía su pellizco, el cual nos había amamantado desde pequeños.

 

Manolo no era la bandera del Carnaval, él era la tela de la bandera. La seda. No era vino, era Viña. Santander era la materia prima. La pureza. Lo que sale de la tierra y el mar. El alma que parió La Caleta. Lo más puro de la ciudad más auténtica del planeta. En sus obras no existió el proceso de transformación. Su forma de hacer Carnaval permaneció inalterable a pesar de los tiempos. Cuando creyó conveniente frenar para refrescar, lo hizo. Y aunque nunca abandonó el pasado en las formas, Manuel fue puro pero nunca antiguo. Su mensaje social siempre estuvo en la primera línea de lo comprometido.

 

Manolo se va por donde vino, cantando desde la orilla de su Caleta. Haciendo de lo añejo un recuerdo nuevo y hechizando con los compases de nuestra tierra.Gracias por ser Cádiz. Ojalá en febrero, la maldición de la lapa se acabe, la magia vuelva y te traiga de vuelta con los tuyos. Como tú hiciste aquella noche con los que estábamos lejos. Ya te imagino cantando; “Virgen de la Palma, ‘me cachi en la má’, llévame pa Cái volando, que allí está to el mundo de Carnaval y yo aquí soñando, soñando, soñando”.