Opinión

¿Sigue siendo Carli Brihuega el mejor?

El comparsista lleva levantando pasiones casi 30 años pero cada vez son más las voces que discuten su supremacía en el Carnaval.

Por  7:00 h.

Carli es un fenómeno de masas y no rendirse ante él puede conllevar pena de muerte carnavalera. Consiguió lo más difícil, enamorar a toda una generación; enganchar a jóvenes y no tan jóvenes a esta locura. Su forma de cantar lo elevó hasta ser el referente de los años 90. La ascendencia del grupo de Martínez Ares, esa nueva forma de cantar, potenció aun más su figura. Cambió de poeta y siguió dominando la modalidad.

 

¿Cuánto se habrá escrito sobre la voz de Carlos Brihuega? Me quedo con todos los adjetivos pero ante todo destaco uno: valiente. Carli arriesga y solo quien arriesga yerra. La gente paga la entrada por ver a Carli. Sube el telón, se cuadra la comparsa y los ojos, sin querer, buscan al de la izquierda de Subiela. Cuando levanta su cuello, buscando el aire que le permita llegar a esas notas imposibles, sabes que la comparsa se va a parar, que se para el mundo para oírle cantar.

 

Y suena. Arriba, frágil, rasgado, desde las entrañas, a ciegas y sobre el precipicio. Los años pasan, también para Carli y, como cualquiera que se expone a la opinión pública, no siempre en el mismo estado de forma. Desde unos años a esta parte, han surgido dudas sobre la hegemonía de “la garganta zurda” ¿Cómo se puede dudar del culpable de que Juan Carlos Aragón decidiera dedicarse a la comparsa? Pues se hace. “Carli ya no es el mismo” escucho en numerosas conversaciones. “Ya hay muchos comparsistas por encima de Carli”.

 

Las voces son como los colores, cada uno elige la que le gusta. Yo, que me entregué a Carli, tengo sentimientos encontrados en estos últimos años. Me parte en dos cuando le escucho pero a la vez sufro porque no disfruto del mismo Carli que me enamoré. Sí o sí tiene que subir y, para mi gusto, ya no siempre me suena gloria. Será cuestión de aceptar que los amores evolucionan. O quizá que oigo a Ramoni, tan completo delante, en el medio o detrás, que no me queda otra que rendirme al que, para mi, es el Messi del Carnaval.