Opinión

Sergio Guillén ‘el Tomate’: motor de la comparsa

Por  6:59 h.

Hay dos cualidades que muy pocas veces he visto formando parte de una misma persona: talento y trabajo. Y de ambas va sobrado mi amigo Sergio. A esta sopa de tomate maravillosa hay que añadirle también muchísimo amor y una cantidad de energía capaz de mover universos a su alrededor sin perder la eterna sonrisa ni el brillo en sus ojos. Sergio es aquello que fluye en todos nosotros y nos impulsa a ser mejores. Esa fuerza de la que hablaba Lamarck cuando se refería a la evolución. En fin, Sergio es un regalo que el destino nos ha puesto en el camino y del que doy gracias cada día.
Y doy gracias cada día porque cada día me sorprende por teléfono con una nueva idea o una nueva melodía. Su capacidad creativa lo devora todo. No ha terminado algo y ya está empezando otra cosa. Un torbellino de musicalidad y buen gusto que afortunadamente tengo el placer de disfrutar.
Pero Sergio no solo es un gran músico. Todo lo que la gente acaba aprendiéndose y cantando de nuestra comparsa es suyo. Tiene la capacidad de convertir los mensajes mas duros e importantes en pequeñas píldoras que te tragas sin apenas notarlo.

 

De él he aprendido lo importante del vehículo. De nada sirve decir una verdad que a nadie le interesa escuchar. Me enseñó a hacer atractivas las verdades. También me enseñó que no se puede estar siempre enfadado. Que hay que darle a la gente cosas que les emocione y les ponga una sonrisa en la cara. Aprendí por supuesto a escribir en gaditano y juntos hemos aprendido que la mejor manera de concursar es no concursando.
Me encantaría que la gente viese los debates existenciales que hay detrás de cada letra que escribimos. Como debatimos para lanzar el mensaje que haga mejor a la humanidad. Mensajes que nos representen y nunca nos avergoncemos de ellos.

 

Nos queda mucho por aprender y muchas cosas que contar, pero de momento, que nos quiten lo ‘cantao’.