Manolo-Casal-fernando
Manolo-Casal-fernando

El chófer de don Blam Blam

La nuestra, la tuya y la mía

la nuestra, la vuestra o la que ellos quieran, lleva ofreciendo coplas cada mes de febrero

Por  7:15 h.

Una nueva parada afronto en este viaje con retorno, que quizás expire pronto, mientras me separo de la vía del Carnaval, en cierto modo. He de reconocer que no me siento cómodo viajando sobre el terreno tan pictórico y que de algún modo, resulta hasta cómico. Es hablar de otro medio que no son los míos, pero como dice el dicho: “tijeritas, al lío”. De tijeras, tijeretazos y demás bromas del Millonario saben mucho por estos caminos, sin embargo no es fácil mantener el tipo, cuando hablas de medios amigos. No descubro nada si pienso en la polémica suscitada en la última semana, sobre la cantera y sobre la televisión que es soberana.

 

No, lo siento. No me trago que la nuestra no quisiera difundir, sin ánimo alguno de discutir, lo que nuestras pequeñas agrupaciones demuestran. No. Me niego a creerlo. Y me niego porque una cosa es el medio y otra las personas que están en medio de todo esta campaña de odio y venganza contra la casta. La casta regional que coloca a una ciudad como epicentro de sus movimientos y que, a veces, parece que todo se mueve de sevillanas maneras. Aunque desde hace 30 años, la nuestra, la vuestra o la que ellos quieran, lleva ofreciendo coplas cada mes de febrero. Con sus más y sus menos.

 

Lo sé, hay mucho que contar y que cambiar. Mucho que olvidar, mucho que explicar. No es óbice esto para buscar un hueco, para defender a quien verdaderamente le duele todo esto. Más allá de cuerdas tensadas, entre directores, alcaldes o concejalas –que entiendo que cada parte tire desde su mirada- montaré en este viaje a los que están sufriendo con tanta cuerda estirada.

 

La nuestra son las voces en las ondas de un histórico como Juan, al que nadie le puede discutir que no quiere al Carnaval con su ‘bigotada’ manera de sentir. La nuestra está en los ojos que se miran con los oídos, cuando Ana describe con minuciosidad, no un disfraz, sino un tipo. La nuestra está en la templanza y la sapiencia de Soco, que lucha cada vez que abre la boca poniendo siempre la igualdad como una forma de caminar poco a poco.

Y aunque podríamos discernir en un argumentado diálogo, entre qué gusta aquí y qué no, los Manolo, Modesto y Paz son también nuestra historia en cada Carnaval. La lista es más larga, con gente que viene y va, con los Fernando, Jesús, Ana, Javi y y otras voces que cada noche dan lo que tienen, sin la responsabilidad que le quieren otorgar de una empresa, que esta muy claro que algo tiene que cambiar.

 

De verdad que no, que no quiero adorar, adular, ni ‘petular’ –permítase el vocablo- a nadie, pero entiendo que lo que no se puede es desprestigiar, insultar, maltratar (ni física, ni verbal) a los que no han hecho más que informar, formar y entretener con el Carnaval. No olvidemos que ellas y ellos, al igual que muchos de nosotros –dejando como líder a mi compañero de viaje Miguelete, que es uno de los que tiene el récord de asistencia, cantera y romanceros incluidos, de este año y del anterior- también han estado desde el primer día. Y ahora tienen que tragar saliva y agachar cuando desde un palco o desde el escenario le gritan.

 

Normal, el hartazgo ha llegado, aunque ya estaban hartos desde hace tiempo. No se crean que en este viaje se van a librar ellos tampoco, porque su señorías deberán aprovechar este momento de rebeldía, para alzar la voz y decir que es el momento de mejorar las retransmisiones que se merecen una de las expresiones culturales, turísticas y sociales más importante de toda Andalucía.