La jartible infiltrada

El veneno

Por  6:59 h.

Cuando le comento a mi gente que estoy colaborando, un año más, con estos artículos, me preguntan de qué voy a escribir este año que no hay carnaval. No podemos criticar al jurado, no podemos comentar el día a día de las sesiones, no podemos desgranar repertorios, no podemos filosofar sobre las polémicas que surgen, cada año, en torno a la organización del concurso…o quizá sí. Van pasando los años y este tema siempre está en el candelero, pero parece que solo de manera superficial. Cada año, cuando ya nos encontramos inmersos en el concurso, rara es la vez que en cualquier conversación entre aficionados, compañeros de prensa o grupos participantes, no se hable sobre ello. Cada uno aporta su visión del tema, algunos con conocimiento de causa, pero la mayoría como pura filosofía. Es el momento donde el veneno está en su punto más álgido, pero luego llega la semana de carnaval, el jaleo, el cachondeo, la euforia y todas esas ideas vuelven a caer en ese baúl del olvido, más bien cajón desastre, hasta el año siguiente. Y vuelta a empezar.

Si analizo la situación desde mi perspectiva, los únicos cambios palpables, suelen ser algunos en el propio reglamento del concurso, donde siempre se juega a conveniencia de los grupos, tras quejas específicas del concurso anterior. Hablo con conocimiento de causa, ya que he participado como jurado oficial de nuestro COAC en cuatro ocasiones, sí, soy muy jartible y muy afortunada, y en cada una de esas ocasiones me he tenido que estudiar un reglamento nuevo. Los cambios y las mejoras pueden ser positivas, cuando es por el bien general del concurso, pero la manera en la que se hacía hasta ahora, pienso que no es serio. Un reglamento que ha pillado por sorpresa, en ocasiones hasta a los propios participantes y cuya responsabilidad de interpretación, recae en el propio jurado, con lo que eso significa. Siempre me ha resultado curioso un concurso, donde el mismo participante crea las reglas y forma parte activa de la organización del mismo. Un concurso que necesita una profunda revisión, pero donde nadie ha querido hacerse responsable por derecho. Existe, quizá, el miedo a profesionalizarlo, por si perdiera su sello de identidad. Y yo creo que sería todo lo contrario. A veces llegan pandemias para mover cimientos. Para para, aprender y avanzar. Las crisis llegan para crear oportunidades y nuestra fiesta se lo merece. Cádiz se lo merece.