Opinión

El otro lado

Numerosas personas de distintos sectores hacen posible con su trabajo que el resto disfrute del Carnaval

Por  7:15 h.

El Carnaval de Cádiz puede vivirse y disfrutarse de muy distintas maneras y desde distintos ámbitos. Incluso, no solo se puede vivir el Carnaval sino también vivir del Carnaval.

 

Además de ser una industria y un medio de vida para muchas personas que están alrededor del Concurso Oficial de Agrupaciones (COAC) o de la fiesta en la calle, también es una oportunidad para el sector servicios de nuestra ciudad, que en pocos días hace su particular “agosto” en un Cádiz que rebosa alegría y diversión.

 

Para muchos, el Carnaval significa colocarse un disfraz, un gorro o un antifaz. Para otros, perderse por la Viña, disfrutar en cualquier esquina de una chirigota ilegal o de alguno de los carruseles de coros que se organizan tanto en el casco histórico como en Extramuros. Hay otro sector al que le gusta ver la Cabalgata, el pregón o asistir a los espectáculos que se celebran en la plaza de San Antonio. Y también está el que disfruta degustando una buena tortillita de camarones o una copa de los distintos vinos que ofrece nuestra mientras escucha el ingenio gaditano transformado en coplas.

 

Este sería, sin duda, el lado en el que nos gustaría estar a los que nos gusta el Carnaval. Pero no siempre es posible. También existe “el otro lado”.

 

No todos los que se encuentran en la calle durante la gran fiesta y sus preliminares (ostionada, erizada, pestiñada, mejilloná y un largo etcétera de celebraciones gastronómicas) están precisamente disfrutando del Carnaval.

 

Efectivos de la Policía Local, Policía Nacional, Protección Civil, trabajadores del servicio de limpieza, personal de emergencias, personal sanitario, de transporte, taxistas, camareros, comerciantes, hosteleros, hoteleros y un largo listado de personas -que seguro no cabrían en este artículo- se encuentran en “el otro lado” para que los demás disfruten del Carnaval.

 

Hasta nosotros, los periodistas, hacemos posible que muchas personas que no quieren o no pueden salir a la calle, o que quizás se encuentran a muchos kilómetros de distancia, también vivan la fiesta de las coplas, serpentinas y papelillos.

 

Ese trabajo, el de “el otro lado” y que quizás muchos no aprecian, es tan grande como digno de valorar.

 

Por ello, solo merecen algo que es muy fácil de dar: respeto.