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Carnaval de Cádiz 2020

Cuestión preliminar

Para algunos será una pasión y una fijación, una profesión o una aspiración, pero para otros muchos es diversión esporádica

Por  11:20 h.

Para algunos será una pasión y una fijación, una profesión o una aspiración, pero para otros muchos es diversión esporádica y eso es lo que hay. Así que con la indiferencia de la distancia, tan afortunada, puedo declararme dichoso de que haya ganado en juveniles la comparsa ‘Comunicando’. No escuché a las demás porque me he saltado el santo sacramento, promulgado por el Ayuntamiento y sus miles de fieles, de escuchar al resto de la cantera. No sé si es justo ni conveniente, por tanto. Me da igual. Pero en esa salía un afecto inmenso, Álvaro Barroso Marabot (recuerda mi nombre, como decía el anuncio de un imberbe Messi para Nike) y el resto de consideraciones técnicas o reglamentarias me la traen un poco al fresco. 
 
Yo también represento a la gente. Ese ente abstracto y amorfo que nunca responde a lo que sus portavoces proclaman. Investido con ese incierto honor, declaro un mojón la fase preliminar de adultos (es un decir). Nunca hubo menos agrupaciones que quisiera escuchar por segunda vez. Las hay, unas cuantas. Pero nunca fueron menos. La primera entre las de tal nombre sería ‘Los cadiforrnia’. Nunca le agradeceré lo suficiente a Vera Luque la sensación de patio y esquina que me produjeron sus minicuplés enchampelaos. También agradezco, siempre como espectador ajeno y esporádico, lejano y cambiante, que la chirigota de Selu se empeñe en experimentar. En alejarse de la repetición y la vereda del éxito, ese cabrón liante. Me gustó otra chirigota clásica, la primera que actúa esta noche, pero no me acuerdo del nombre y no me da la gana de buscarlo en internet que llevo todo el día pegado a una pantalla. 
 
En coros, no sé, pero cada vez me divierte más Fali Pastrana. No su coro, que lo escuché y me impactó como media docena de grupos con parecida potencia industrial. Me divierte lo que dice. Me parece un híbrido de Sergio Ramos y Gabriel Rufián, de Jiménez Losantos y Guardiola. Dice lo que le sale con una mezcla de atrevimiento, lucidez, obviedad y ordinariez que me fascina. También me hace reír la tendencia de otros a montar musicales asombrosos que no me conmueven ni la mitad que un tango cabal. Las comparsas no las entiendo (en todas las acepciones del verbo) pero la presentación de ‘La chusma selecta’ me dejó el escroto bastante descolgado. Igual es la edad.
 
Por lo demás, me asombra el creciente localismo, marca blanca y palurda del nacionalismo que todos compramos con la comodidad del cliente vago. Que si éste viene de aquí y el otro de allá, mientras me pregunto a qué viene todo. Me hace gracia la coincidencia de tipos. Me faltan ganas para entrar en redes y foros, en esos chiringuitos de jugones que analizan cada detalle de todo esto que fue tan pequeño cuando tuvo sentido, que tiene tan poco recorrido. No sé si hay plagios y maldad. Prefiero la inocencia. Y así, pensar que dos autores distintos, dos grupos completos, hayan ideado salir como un dios creador en bata, como una deidad cotidiana sorprendida fumando, fumada, bebiendo, bebida, cuando iba a bajar la basura. O que dos autores distintos, dos grupos completos, hayan pensado en aparecer como personas aceleradas, comidas por los nervios y el estrés. Un pariente me preguntó una vez: ¿por qué está todo el mundo tan enfadado, tan cabreado, tan comido por los nervios si nunca hubo más gente viviendo mejor, menos gente sufriendo? ¿Por qué tanto ansiolítico? ¿Se creen que antes no sufríamos tanto o más? No dejo de darle vueltas desde entonces cuando veo los informativos, cuando hablan sobre Cataluña, el Brexit, la América profunda, el norte de Italia, París, Cádiz, Sanlúcar, Portugal o Australia. Será que lo contrario sería conformarse, abandonar a los que sufren, dejarlos ir, dejarse ir, morirse a plazos. Dos chirigotas de lo mismo, de gente que está en el palo y no puede más. La veo a diario en el súper, en la panadería, en el coche. Ya no vale lo del periodismo cantado. Ya está contado. Cada segundo. En internet. Ya no cabe. Pero queda el testimonio social de este tiempo. Es ilustrativo. Servirá (de cachondeo) dentro de 300 años.
 
En cuartetos no sé qué ha pasado. El Gago, creo. Echo de menos la crítica, la puya por más inservible e intrascendente que sea. Que el alcalde engorde o adelgace no tiene mayor peso. Algo de la Junta y de Vox me ha parecido escuchar. Poco para lo que merecen todos, los de aquí y los de allí. Pero es mucho esperar cuando los que deben criticar al poderoso le adoran, le admiran, le tienen por ídolo y compadre. Puede que tengan motivos, qué sabré yo. Sólo que lo añoro porque era divertido, e inservible como todo lo mejor, era el quid. Hay que darle al que manda, porque sí, por mandar. Que sea uno de los nuestros debiera ser indiferente. Pero no lo es. El indiferente soy yo. Somos muchos. Han aparecido como argumento de letras la turismofobia y la crítica a los hosteleros, a la gentrificación (qué carajo será). Y lo comparto, lo celebro, lo aplaudo. Será que he conocido a unos cuantos hosteleros de Cádiz, a unos pocos de mesetarians que se quieren hacer los agradables, los fascinados por el exótico, libérrimo y paupérrimo tercer mundo.
 
También ha pasado algo con una chirigota que se cachondea de los capillitas. Por lo visto nadie recuerda que el Carnaval es una fiesta cristiana, nacida de la Cuaresma, asociada a ella de forma indivisible como prólogo previo, a modo de alivio y desahogo, de ajuste de cuentas preventivo. Todavía hay algunos que pretenden recurrir a esa obviedad para lograr la notoriedad que no alcanzan por otra vía. Y meapilas melindres que se hacen las víctimas por la burla más previsible de todas, la que está en el origen de la tradición. Qué coñazo (uy) de fanáticos de la ortodoxia y la blasfemia, con lo necesario que es reírse de ambas. Qué se puede esperar de una ciudad, como todas, que dedica tuits y portadas, altares y lemas, a ultras a los que sólo deberían llorar con todas las de la ley (divina o humana) sus familiares y amigos cercanos.
 
En resumen, que por lo visto esta noche empieza lo bueno (aunque por seguir con el deporte profesional, eso se limita más y más a un pequeño momento final que se comprime en un vídeo de duración decreciente). Seguramente más adelante cambiaré de opinión en todo y me tendré que tragar esto. Pero tampoco importa mucho, tampoco hay que darle demasiadas vueltas.