CARNAVAL DE CÁDIZ 2020

Aspirantes

Por  8:00 h.

“Yo y mi grupo estamos muy sensibilizados con el problema de la droga… demasiado poca y demasiado cara. — Francesco Salvi.”

 

No pretendo hacer, y menos en dos mil caracteres, un debate sobre si el humor debe o no debe tener límites. Tengo claro que no los debe tener; para mí no hay debate. Lo que también tengo claro es que el humor, como cualquier actividad, para hacerlo bien hay que tomárselo en serio y administrarlo responsablemente.

 

España está, alarmantemente, en los puestos de cabeza de la Unión Europea en el consumo de cocaína entre los jóvenes. Esto, objetivamente, es un hecho que no tiene ni puta gracia. Hemos pasado de frivolizar sobre el hachís que, en estos contextos lúdico-carnavalescos, entiendo que podría tener cierta bula, a que de unos años a esta parte estén proliferando en las tablas del teatro —y en la calle— chistes y gags con el consumo de cocaína. Banalizar algo así me parece un salto cualitativo importante. Este año, especialmente, están siendo llamativas las referencias constantes a ella. La permanente repetición de chistes —muy malos casi todos, además—, lo que consigue en nuestros adolescentes es que trivialicen y normalicen socialmente esta droga. Sé que el carnaval no está para educar ni para hacer pedagogía, pero al menos seamos responsables y no compliquemos aún más las cosas.

 

Existe una teoría de la comunicación, conocida como Teoría de Cultivo, que nos explica que cuanto más nos repiten determinados comportamientos por los medios de comunicación, más asumimos la creencia de que la sociedad es tal y como se describe en ellos. Especialmente sensibles a esta teoría son las personas en formación.

 

No seré yo quien censure o prohíba a nadie expresarse como quiera o reírse de lo que le salga del alma, por estúpido que esto sea; pero me gustaría que antes de hacer humor con según qué cosas se pregunte responsablemente si ese chiste es imprescindible y, si quiere dar un paso más, imagine qué pensaría si su hermano pequeño, hija o hijo adolescente fuese el que perpetrase entre risas, el chistecito de marras… ¿le parecería ahora tan gracioso?

 

Pareciera este año que buena parte de las agrupaciones las escriban desde la Cañada Real o las Tres mil viviendas. Un poquito ‘deso’, por favor.