Gorro de carnaval.
Gorro de carnaval.

Carnaval de Cádiz 2019

A quitarse el sombrero

El gorro que merece un lugar destacado en ese museo del Carnaval

Por  7:15 h.

El gorro por antonomasia, el gorro que merece un lugar destacado en ese museo del Carnaval cuyas obras, según el preciso plan presentado por el Ayuntamiento, debían haber comenzado hace más de un mes.

 

En un concurso donde ya casi no importan la letra, ni la música, ni la afinación, el gorro se postula como un elemento diferenciador de las modalidades. Por sus gorros los conoceréis, dicen las escrituras del Carnaval, y es que ya no hay comparsas sin gorros, mire usted. Las puede haber buenas –pocas-, malas –algunas-, mediocres –casi todas-, pero podrá contar con los dedos de una mano, y hasta le sobrará alguno, el número de comparsas que prescinde a estas alturas de ese complemento inútil, que sin embargo, parece dar prestancia en el escenario. , ha hecho mucho más daño del que usted y yo creemos en el fantástico mundo de las comparsas. Y es que desde aquel 1990 en el que Antonio Martín sacó “La Mar de Coplas”, ya nada sería lo mismo.

 

No son sombreros, claro está. Son gorros, porque en Cádiz se dice gorro. Cuanto más grandes, mejor, cuanto más complicados, mejor, cuanto más incomprensibles muchísimo mejor, infinitamente mejor cuanto menos se ajusten al tipo. Piratas con gorro, payasos con gorro, indios con gorro, judíos con gorro, fantasías con gorro, pájaros con gorro… en fin, lo que sea con gorro. Los que entienden de simbología dicen que esta prenda otorga dignidad, porque aunque en origen servía para proteger del sol y del agua -nunca se utiliza bajo techo-, marca el estatus social del portador. Será eso, digo yo.

 

Porque el mundo de la comparsa ya no es nada sin un buen sombrero. Todos, autores consagrados y sin consagración han sucumbido a esta especie de coronación comparsista. Que se lo digan a Martínez Ares que desde su vuelta nos ha sorprendido con los gorros de Los Cobardes -en el top ten de los tatuajes entre la afición-, la Eternidad y el imposible gorro de El Perro Andaluz, que hasta fue motivo de robo –como si fuese el Santo Grial- el pasado año.

 

Por eso mucho están tardando los jurados en rubricar esta prenda como puntuable dentro del COAC –lo mismo por ahí se salva alguna- y hacer una mención especial en el reglamento. El mejor gorro de comparsa, el gorro más freudiano, el más chungo… que se yo.

De momento, la comparsa se ha puesto el sombrero. Y yo, me lo quito ante Martínez Ares. A sus pies, Carnívales