Carnaval

REDUNDANCIAS VISUALES Y CAMEOS

Por  1:26 h.

En 1998, Antonio Martín le cantó con ‘Patio Vecino’ a los contadores de la luz y no necesitó sacar a escena un contador. No hacía falta. La copla era autosuficiente. En la final de 2013, con ‘La comparsa del genio’ el mismo autor le canta a los bancos y planta un banco en medio del escenario. ¿Qué ha cambiado? ¿Somos más torpes los espectadores? ¿Temen los autores que no seamos capaces de captar el sentido de las letras sin el refuerzo visual? Otro genio, en este caso de la chirigota, Selu García Cossío, ha demostrado en el presente concurso que es posible actuar cuatro veces, cantando siete pasodobles y siete cuplés sin introducir objeto alguno aparte de los propios del tipo y el atrezzo de la agrupación. De eso trata el lenguaje: los seres humanos tenemos la capacidad de evocar realidades a partir de las palabras. Solo a los niños que están aprendiendo a leer hay que reforzarles las palabras con imágenes. ¿Es ese el nivel mental que se presupone al público del Falla?

Pero aún peor que la redundancia me parece que la imagen se convierta en la protagonista, que el mensaje se traslade de la copla al objeto. Los cada vez más frecuentes chistes visuales, las pancartas, las fotografías y los cartelones son la prueba gráfica del fracaso del letrista.

Y luego están los cameos. ¿De verdad procede que el Love tenga que estar en el escenario cada vez que le quieran cantar que él sí que sería un buen pregonero y no ese uruguayo desconocido? ¿De verdad a los autores les parece ingenioso que ‘Los polivalientes’ salgan a escena en cada cuplé en que se trate algún tema relacionado con la policía? En definitiva, si para cantar un tango sobre los tipos del coro, Julio Pardo necesita la presencia en las tablas de Enrique Miranda, es que lo de los cameos se les está yendo de las manos.