Por una credencial

Por  11:09 h.

Aún recuerdo como si fuera ayer aquellas agrupaciones infantiles y juveniles que sonaban a Gloria Bendita, como Payasitos, El Lavaero, Los Cojos de La Caleta, Un Grupito de Raperos, la comparsa de ‘Arturito de Barbate’, Mi inteligente Muñeco o Los Niños de la Primitiva en la que salían componentes como Salvi o Carlos Mera, que hoy forman parte de agrupaciones de adultos de renombre, por mencionar algunas que recuerdo, porque yo no tengo la memoria de Juanelo. En su día, Autores como Ramón de la Rosa, quien en vida consiguiera muchos primeros premios de forma consecutiva, merecidos todos por cierto, con un grupo de niños que hoy en día están muy bien colocados en la  prestigiosa chirigota de Kike Remolino, a quien por cierto agradecemos su trabajo, junto con Julio Álvarez, con los juveniles de este año ‘1/4 de chocos’.
Lógicamente echamos en falta en el carnaval actual a personas tan comprometidas como el propio Ramón, cuya principal preocupación fue conseguir que un grupo de pequeñas personitas disfrutaran del Carnaval y se convirtieran hoy en magníficos copleros, precisamente porque trabajaron muy bien con él  en esas edades tan delicadas. Recuerdo que para entrar en la final de aquellos años había que pelear, y mucho, para poder acceder a la misma. No como ocurre hoy, que se presentan tan poquitas agrupaciones que dentro de nada se tendrá que hacer una final directa con las tres  que vengan de Barbate, ciudad a la cual debemos estar agradecidos por la cantidad de agrupaciones que trae cada año, tanto infantiles como adultas, y cuyo nivel sube y sube cada edición que pasa.
Desgraciadamente cada vez más soy de los que piensan que  hay ciertos «autores» que presentan al concurso alguna agrupación con la única intención de conseguir  una credencial que les permita acceder gratis al teatro durante todos los días que dure el mismo y en el peor de los casos cobrar unas perrillas con los derechos de televisión y publicidad, sin tener en cuenta por supuesto los sentimientos de sus componentes, que han depositado la confianza en sus letras y en su compromiso para intentar hacer un buen papel y disfrutar con el aplauso y la admiración del público. Esto se está dando cada vez más, sobre todo en las agrupaciones infantiles y juveniles, aunque también ocurre en la categoría de adultos.
Baja el nivel
No sé si será cosa mía solamente, pero  pienso que el nivel de la cantera está bajando considerablemente, y no precisamente por culpa de los niños y niñas que tantas ganas le ponen y ponen el alma en cada letra, sino por estas polémicas credenciales que no ponen interés en que los chiquillos suenen debidamente afinados y traigan letras acordes con la edad que tienen, sino que sólo piensan en su interés personal.
Afortunadamente sé de lo que hablo porque soy un humilde maestro de música que tiene el privilegio de trabajar cada semana con más de 350 niños y niñas, y os puedo asegurar que se les enseñan muchas cosas cuando uno pone todos los medios posibles para intentar que las aprendan, por muchos impedimentos o problemas puedas tener. Este año he podido ver agrupaciones (afortunadamente, no todas) en la que estos autores, no han tenido en cuenta siquiera ni la tesitura de los niños y niñas a la hora de cantar las letras, algo inaudito e inapropiado para alguien que se supone está al frente de todo y tiene que velar porque el trabajo salga perfecto; he visto coplas interpretadas en tonalidades que deberían estar prohibidas para las voces blancas; y ya no me quiero meter en el contenido de las letras.
En fin, desde este artículo me gustaría hacer un llamamiento a aquellas personas que vivan el carnaval con la única intención de amar a la fiesta y que se sientan capacitados de trabajar con niños y niñas para que en un futuro, esperamos que no muy lejano, saquen  agrupaciones en la que sean precisamente los pequeños copleros los que disfruten de su paso por el Falla, consiguiendo que amen esta fiesta tanto como los niños sevillanos aman su Semana Santa o como vive un niño de San Ildefonso el sorteo de la lotería. Será entonces cuando la cantera empiece a gozar de buena salud y despierte de ese letargo en la que se ha metido en los últimos años. ¡Malditas credenciales lucrativas!