-¿A qué le das más vueltas: a su chirigota, al trabajo, al sindicato o a la Asociación de Autores?
-Primero está la obligación y luego la devoción. Lo más importante es el trabajo, y luego el Carnaval, aunque su trascendencia en Cádiz es mucha y hay que darle el sitio que merece.
-¿Se da muchas vueltas por los ensayos?
-Sólo un par de veces por semana. Poco para ellos pero demasiado para mi mujer. En cuando al tiempo que le dedico, no lo ordeno. No me suelo sentar delante de un ordenador porque escribo de memoria. Me puede coger conduciendo, o caminando, y luego le doy forma en el papel.
-¿Es posible su vuelta con el Noly?
-Claro, muy probable. Más pronto que tarde volveré con el Noly y mi cuñado Manolín Gálvez. Seguimos compartiendo lo mismo. Era inevitable la separación, como ahora la reconciliación, que al fin y al cabo es lo más bonito.
-Cuántas veces ha pensado, ¿después de esto yo no vuelvo más?
-Todos los años lo comento entre mis allegados, pero en agosto me entra el gusanillo y me digo que soy un veleta y un mentiroso. Me voy haciendo un poco más mayor y cada vez cuesta más trabajo. No me cree nadie, ni mi mujer, que lo agradecería mucho. Pero alguna vez será. Lo que no quiero es estar por estar.
-¿Vuelve mucho la vista atrás para mirar su legado?
-Cuando uno se pone nostálgico y romántico se enorgullece de lo que ha aportado. Y cuando escucha su letra en una barbacoa. Eso es lo que se agradece.
-¿Con quién se daría una vuelta por el Carnaval?
-Tenía muchas ganas de dar un paseo con Enrique Villegas, un autor de sobrado mérito que ha sido muy castigado en cuanto a premios, se ha sido injusto con él. Todos los homenajes que se le hagan son pocos.
-¿Y con quién ni pensarlo?
-No soy sectario. Es un sarampión que me quité hace tiempo por fortuna. Con cualquiera pasearía, pero siempre que sea amena la conversación. No es andar por andar, que eso es deporte y yo acabé muy harto.
-¿A qué le daría la vuelta en el Carnaval?
-A determinadas sinrazones. Hay que ver las cuestiones desde un punto de vista general y no desde la agrupación de cada uno. No opinar en cuanto a lo que nos conviene, sino pensar en el grupo y en la mayoría.