Miguel Ángel Fuertes

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Que conste, sobre todo para los
mal pensados, que no soy amigo de este personaje, que ni siquiera lo
conozco personalmente pero desde que tengo uso de razón carnavalesca
siempre he tenido un profundo respeto y admiración por él. No es otro
que el regidor de escena del Gran Teatro Falla, Miguel Ángel Fuertes.
En la vida hay muchos trabajos ingratos, de esos que no se reconocen y
que incluso, resultan desagradables para el que tienen enfrente. Para
que nos entendamos que el tipo en cuestión es considerado el típico
pesao. Pero hasta para ser pesao hay que tener clase y delicadeza y más
con los que acaban de mostrar un repertorio después de tantos meses de
ensayo. Y, además, tomarse su trabajo con una seriedad que, en su caso,
realmente asombra.

 

El otro día, a través de la
retransmisión televisiva, me conmovió en cierta medida (y hablo sin
coña) el final de la actuación de la comparsa de Sevilla Al fresquito.
Ya comenté que la reacción del respetable fue algo desmesurada, pero
para ellas fue un hito colarse en cuartos de final. Algunas de las
componentes estaban realmente emocionadas e incluso lloraban cuando se
cerraban las cortinas. Y allí apareció ese personaje con cuerpo de
jugador de baloncesto y reloj en pecho para estar en su sitio. Primero
lo hizo respetando el momento de intimidad y felicidad de las mujeres
y, luego, arengándolas para que abandonaran el escenario, pero sin que
la prisa le ganase la partida a la sensibilidad del momento para las
actuantes. En una fiesta donde hay tantos que quieren ser
protagonistas, él es, desde hace muchos años fundamental, hasta el
punto que se puede ser claro, en un concurso que algún año también
debería acordarse de él a la hora de los homenajes.