'Los conquistadores', coro de Mérida. A la derecha de la imagen, el autor de la letra, Antonio Rodríguez Osuna, alcalde de Mérida.

CARNAVAL DE CÁDIZ

El mejor alcalde, su majestad el tango

Antonio Rodríguez, primer edil de Mérida, es el autor de un coro que nace con el sueño de exportar esta modalidad al carnaval extremeño

Por  22:47 h.

Antonio Rodríguez es el autor del coro ‘El conquistador’, el primero en irrumpir en el Gran Teatro Falla desde tierras extremeñas. El único que llega desde más allá de los límites de Andalucía en toda la historia del Carnaval.

 

Antonio encabeza un motivador proyecto junto a Miguel Ángel Sánchez ‘El Tron’, hilvanado con las colaboraciones desinteresadas de Manolín Santander y Vera Luque, con el fin de importar esta modalidad a tu tierra emeritense. Antonio lleva media vida dedicada a esta fiesta, en su tierra y por las calles de Cádiz con su ilegal de ‘El papafrita’. Pero es que, además, Antonio es el alcalde de Mérida. Ésto en último lugar, y bien que lo deja claro huyendo del faranduleo y delegando en sus componentes; prácticamente hay que atracarlo para sonsacarle alguna palabrita.

 

Por unos instantes suelta el bastón de mando del Consistorio para conquistar una nueva plaza, aunque en realidad juega a domicilio para ganar en casa. Mérida cuenta con un importante concurso de agrupaciones, donde compiten las tres modalidades: comparsa, chirigota y cuarteto. Falta esa cuarta pata, la más difícil, la más numerosa, la más gaditana. El primer edil se ha propuesto importar la esencia del Carnaval gaditano, su majestad el tango, para que reine a orillas del Guadiana.

 

El coro de Mérida

 

Aceptaba el órdago de su paisano de Villanueva de la Serena, ‘El Tron’ (ex de la comparsa de Aragón y ahora de regreso con Pastrana), y en el grupo seleccionaban a miembros de las distintas agrupaciones emeritenses para formar ‘El conquistador’. El tango, con el sello de Manolín, sabe a Cádiz y los cupleses funcionan con la chispa de Vera Luque. Ingredientes salpicados en el caldero para emborrachar a su tierra con el veneno del tango. Una pócima maravillosa.

 

En pleno estío, sin importar la canícula, arrancaban de la mano de sus amigos gaditanos y desembarcaban con un repertorio cuanto menos agradable que suspira por seguir dando pasos en una senda tan estrecha. Y sobre todo, por explorar un nuevo camino aún más angosto.