
Cuenta la leyenda que el Lunes de Carnaval era para el aficionado de Cádiz, para el entendido, para el público selecto, para paladares exigentes. Pero cuando el calendario dibuja un Carnaval con cuatro días de fiesta de forma consecutiva, la leyenda no es más que eso mismo, una historia que pertenece al pasado. Eso mismo pensaron ayer los miles de aficionados a quienes les contaron que el lunes era el mejor día para degustar las coplas en las calles de la Tacita de Plata. Cádiz volvió a colapsarse un día más y volvió a repetir las escenas que dejó el Domingo de Carnaval.
Miles de personas desembarcaban en el casco histórico a primera hora de la mañana. Hasta los letreros del segundo puente anunciaban el atasco por esta vía de entrada y recomendaban el uso del Puente Carranza. Un simple aviso que animó a algunos a darse la vuelta.
La carretera industrial volvió a llenarse de autobuses, de colas de vehículos, los aparcamientos colgaron el cartel de completo y las calles se taponaron en diferentes direcciones. Eso sí, quienes superaron todos estos inconvenientes disfrutaron de lo lindo. Hasta el cielo se abrió para sacar a relucir unos rayos de sol que hicieron que los tangos brillaran más que de costumbre. Hasta la chaqueta sobraba en pleno Mercado Central, repleta de público a última hora de la mañana y disfrutando de los compases de las agrupaciones que hace apenas unas semanas estaban compitiendo sobre las tablas del Gran Teatro Falla.
La fiesta arrancó con ganas y con un público entregado. Si no, que le pregunten a los integrantes del coro ‘La reina de la noche’, que está haciendo estragos entre el público juvenil. «Levanta las manos, toca las palmas, y a disfrutar». Podría ser un eslogan de cualquier celebración, pero es el animado estribillo del coro de Antonio Bayón, que se reivindica como grupo revelación de esta edición. Los que tampoco quisieron perderse la fiesta fueron los veteranos componentes del coro ilegal de Luis Frade, que en esta ocasión encarnan a un divertido personaje de Robin Hood. Este año, son quince los años que cumple esta apuesta callejera en forma de tango, a la que incluso le han dedicado una letra en la que defienden el carácter callejero del coro y ponen de relieve lo mucho que han tenido que luchar para hacerse con un hueco en los tradicionales carruseles de coros de la ciudad.
Mientras los coros daban lo mejor de sí en los tres itinerarios diseñados para evitar colapsar también el carrusel, las ilegales buscaban una esquina, a modo de escondite, para poder ofrecer sus coplas. Sin embargo, pocos fueron los privilegiados que tuvieron la oportunidad de llegar a escuchar algunas coplas. Cada vez que una de las chirigotas ilegales de renombre se disponía a cantar, decenas de personas se agolpaban hasta llenar calles y plazas enteras. También los grupos oficiales consiguieron llenar plazas enteras, como la comparsa La eternidad, de Antonio Martínez Ares, que dejó una impresionante estampa en la Plaza Fragela y que hizo sonar el grito de «Campeones, campeones» una vez más.
Y así, las coplas libres se fueron alargando hasta bien entrada la tarde, cuando comenzaron a sonar también en los tablaos de San Agustín (Unicaja) o Plocia, que ya han comenzado sus respectivos concursos.