Carnaval de Cádiz 2020

Exitoso ensayo general con viña y sol

La Erizada conserva su potencia como el mayor aperitivo de la fiesta en la calle para llenar el casco antiguo de gente y ambiente a dos semanas de la explosión de la calle

Por  13:46 h.

Quizás ya no son lo que fueron, de acuerdo, pero son mucho. El Gran Teatro Falla y su Concurso tienen la fuerza irresistible de los agujeros negros. Se traga todo lo que hay a su alrededor, en el tiempo y en el espacio. Lo concentra todo dentro de horno colorado durante un mes pero le falta una sola cosa: el sol. Cádiz, su casco antiguo y La Viña lo tienen. El Carnaval, en realidad, también lo necesita y este domingo lo demostró. El tiempo acompañó y el ritual del aperitivo funcionó para mantenerse con vida sin techo, al aire libre. La Pestiñada sobrevivió a las dificultades y la burocracia pero La XXX Erizada aún conserva toda la fuerza que la noche del sábado en San Francisco y la aplazada Ostionada mantienen de forma irregular. A las tres de esta tarde, el viejo barrio carnavalero y marinero, caletero, era un hervidero. Con sus colas ante los freidores de pescado y patatas fritas, con sus locales llenos, con cada esquina y cada acera bien concurrida de público sentado en cualquier sitio y comiendo cualquier cosa. Las venas que unían hace años La Viña con San Antonio, con esa calle Torre convertida en un río de gente con corriente alterna, ya no tienen tanta circulación. Ahora el ambiente se concentra en La Viña y se diluye según se aleja el paseante de sus calles. Es la mayor consecuencia de los cambios de fechas, de que Erizada y Ostionada no coincidan. Tampoco se vio a nadie pesaroso por esa modificación.

 

Quizás ya no es ese Carnaval Chiquito que se celebraba con antelación (añadido al posterior que sirve de cierre) pero tuvo todos los elementos que le caracterizaban. El tráfico denso en la avenida y la Carretera Industrial camino del centro, la desaparición de cualquier atisbo de aparcamiento (que ya es escaso cualquier día), una veintena de autobuses turísticos en la avenida de Astilleros y esas riadas, quizás menores pero inconfundibles, de grupos, parejas y familias caminando camino de la orillita de La Caleta, donde la Virgen le dijo al agua del mar: “Tssé, hasta aquí”.

 

Para confirmar que el ritual sigue tan vivo como siempre, tuvo hasta himno. El presentador de la Erizada, que cumple 19 años consecutivos en el cargo según anunció, dio paso al canto coral, colectivo, del pasodoble de ‘La familia Peperonni’. Sonó “me han dicho que el amarillo…” con fuerza y sentimiento en la calle La Palma pese a la presencia masiva de visitantes, perceptible por las preguntas que hacían por el camino y por los acentos que se cruzaban en el trayecto. El homenaje tribal hizo presente al que nunca se fue, al viñero de honor, Manolo Santander, que a los pocos minutos tenía programada resurrección a menos de un kilómetro, en el Teatro de La Tía Norica. El sentimiento y las ganas, la bondad del clima y la alegría eliminaron cualquier diferencia con otras ediciones, cuando esta fiesta se celebraba antes de comenzar el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) en el Gran Teatro Falla. Este segundo domingo de febrero, la Erizada se ha vivido con el certamen ya casi mediado, de hecho, ha servido de aperitivo a la apertura, esta misma noche, de la fase de Cuartos de Final.

 

Acercarse a La Palma ya era un trabajo para héroes de la fiesta poco después de las 14 horas. Daba igual que los 200 kilos de erizos, que siempre fueron una mera excusa, repartidos durante este domingo de forma gratuita entre el público llegaran de Galicia por culpa del alga invasora que ha dejado secos los fondos y las piedras del Atlántico vecino. Podía olerse, al menos.

 

Por el escenario atestando las calles vecinas en forma de cruz, pasaron las antologías ‘Los Cleriguillos’ ‘La Tropa del 3×4’; las chirigotas‘Aquí estamos de paso’‘Los Mandamás’, y ‘Los niños de la Petróleo’; y el coro juvenil ‘Al sur del sur’. Quizás por su descanso, quizás por el homenaje implícito a un icono libertario del barrio, las mayores ovaciones, los mayores coros y las más constantes muestras de cariño se las ha llevado el grupo del Sheriff, capacitado como nadie para conectar con el público igual en el Falla que en La Viña, bajo techo y al aire libre, con o sin sol. Puede que con algo menos de público que en aquellas ediciones masivas de los años 90 y los primeros años 2000 pero con idéntico brillo, el barrio caletero renovó su condición de sede del Carnaval. Incluso con algunos forasteros entrañablemente despistados y disfrazados, la fiesta gaditana se sobrepone a cualquier cambio y vicisitud. No sabe de presupuestos ni cambios de calendario. La gente quiere copla y calle, o calle y copla, sin saber de nada más. Tiene la fórmula para buscarlas y vivirlas, así que no necesita de ayudas ni se para en obstáculos burocráticos. Mientras los mayores llenaban cada espacio de cada barra en 500 metros a la redonda, los niños atestaban, jugando, la plaza de la Reina. La del Corralón de toda la vida. Allí los juegos infantiles están presididos por columpios y toboganes que simulan la fachada del Gran Teatro Falla pero sin paredes ni techos. Sólo fachada, sólo tipo, puro disfraz. El entorno de La Caleta, vestida con un sol precioso, era también un hormiguero de vecinos y llegados, todos hablando y mirando, gozando, más que escuchando. Porque las coplas, como los erizos, son siempre una excusa.

 

A las 18 horas, no había constancia ni comunicación institucional de ningún incidente ni suceso de gravedad. El público empezaba a retirarse una vez cerradas las actuaciones. La puesta de sol, ya cercana, debía marcar el final real del principio, la conclusión del aperitivo que, aunque en una ración menor, conserva su sabor intacto.

 

Con la Pestiñada, celebrada anoche en la plaza de San Francisco, y la Erizada, se da el pistoletazo de salida a las fiestas gastronómicas previas al Carnaval. Por más que lleguen más tarde, aún aparecen con ganas y con tiempo suficiente, a dos semanas de la calle de verdad. Los próximos actos serán el próximo domingo 16 de febrero, día en el que se celebrará la Ostionada en la plaza de San Antonio; y la Mejillonada en la peña Flamenca La Perla de Cádiz, en la que se repartirán mejillones. Para entonces, quedará apenas una semana para que Dios Momo abra la jaula y deje escapar a varios cientos de chirigotas callejeras que se desparramarán por todas las esquinas del centro de Cádiz para proclamar que el Carnaval ha comenzado. Para entonces, ya no habrá aperitivos, ni prólogos, ni nada. El Concurso del Falla habrá terminado y empezará otra historia. La de siempre pero nueva cada año.