‘No valemo un duro’. Así se presenta El Canijo sabedor de que la risa no tiene precio. Acude a la nostalgia, a la magia del pasado para firmar un repertorio que emociona de principio a fin. Carrusel de sentimientos aderezados esta vez con el sello inconfundible de la música de José María Barranco ‘El Lacio’. Viña pura. Y antes de las once de la noche, con este ‘interruptus’ carnavalero en que se han convertido las preliminares del Concurso del Falla.
Ganas de más, de mucho más, tras escuchar esas letras al propio Lacio y a Miguelito Clares, el ‘presidente’ de los pabellones. Y un estribillo picantón que se presta a la broma continua. El Canijo engrandecía la sesión más pequeña, ampliaba sus límites y finiquitaba una jornada con mejores sensaciones que en el estreno dominical.
El coro de Sanlúcar madura con el tiempo, como la uva de la manzanilla, y Sevilla vuelve a traer una comparsa femenina que enamora por su buen gusto en el cante y en la poesía. Más irregulares los algecireños, con mayor potencia que regularidad. Buenos teloneros para la fiesta del final.