La hoguera de Momo consume las rencillas entre copla y cerso

Quema del Dios Momo

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Un programa de radio. En riguroso directo, Manolo Camacho para Punto Radio Cádiz, en una proclama lanzada desde las ondas. Después de Semana Santa, Trofeo, Liga y Copa del Cádiz CF, programa diario deportivo, carnavalero y Concurso del Gran Teatro Falla, sus menesteres le conducen a San Antonio para transmitir un pregón en el que Momo calienta antes de perecer en la hoguera.
Gaditano que ejerce de periodista (o periodista que ejerce de gaditano), una de las voces más reconocibles y reconocidas de la Tacita soltó su último quejío en la pira de la deidad irreverente, la encarnación de la sátira y el sarcasmo. Su oración final, resumiendo su periplo en febrero en una loa afinadísima, servía para reducir a cenizas a Don Carnal y entablar el paso a la Cuaresma, aunque por lo bajini siempre se arañen algunos días al calendario. Llegó helado con Si tirito tatará taritorito y se despide al calor del fuego 19 carnavales después (y camino del antifaz de oro).
Es la magia del Carnaval, la misma que propició la mutación de un comunicador en traje de chaqueta en un personaje inmortal, prestándole las alas para alzarse con la llama y quemar su réplica, en este ritual que se repite cada año. Antes de sellar el cierre, la plaza disfrutaba una hora marcada por las señas de identidad de la fiesta: coplas, poesía, y su toque justo de humor.
Cuartetero y corista
Seguro que acabará en una comparsa partiéndose el pecho por su Cai y lanzando piropos por doquier. Pero ayer tocó otros palos. Los dos del cuarteto, con Gago, Moreno y compañía. El beatle tenía de teloneros a los Rolling Stones, necesarios para caldear un ambiente frío debido a un público demasiado infantil para la cita. Concierto en la plaza, con la única luz de los celulares y las risas como respuesta a la música del grupo carnavalero.
Tras la parodia, Camacho ya se sentía diferente. Sus pantalones brillantes personificaban el paso del hombre al dios. Él andaba todavía perdido por el Mentidero, y sólo le salvaban del ridículo profesional los tangos como el del coro de su primo Valdés. «Porque esto es el Carnaval de Cádiz, las agrupaciones, y no los patosos ni los botellones», elevando el tono con su mensaje.
Se va impregnando de la esencia del dios gamberro, pero aún no lleva el gorro y luce su coleta al viento. «No se la vamos a cortar aunque se parece a la Pantoja por detrás». Entran en el Salón los tijeritas, grandes animadores del pregón. Presentación, pasodobles y cuplecitos. En su marcha compiten aplausos como felicitación y silbidos pidiendo un bis.
El dios Momo había cedido el protagonismo a sus amigos. Ahora, ataviado con su disfraz al completo, entonaba su primera copla. Con su coro. Cuando yo me pele. Uno más, en la punta como antaño (y recuperado en esta edición), cantando ese tango inédito contra «los mamarrachos» que acusan a esta agrupación de ser «mafiosa». Precisamente en la hoguera ardían esas guerras carnavaleras, donde ya no se lanzan papelillos sino insultos.
Su mensaje
«También quemaré sin dudar y la verdad es que me hacen gracia, a aquellos autores mediocres que se inventan lo de mafia». No fue la única presa de las llamas. «Cuando la hoguera esté animada tiraré sin pudor alguno al responsable de la carroza de Momo que la dejó sin sonido y apagada. Aprovecharé el fuego encendido y que desaparezca tengo fe, con el Cádiz todos unidos para que se queme la Segunda B. Ahh, y por cierto, que no la volvamos a ve. Este Cádi… oooeeee».
Con paso firme desciende del escenario y se dirige a la representación del Momo. El muñeco arde en llamas. Manolo Camacho da la despedida a su Carnaval, condena a morir en la hoguera a los males de su Cádiz y se marcha para el Pópulo a ver las ilegales. Hoy también estará por allí, el jueves en La Viña, como el viernes, mientras que el domingo Ceuta le privará de estas con los suyos en el carrusel. Y se atreve a decir que el Carnaval muere en el fuego. ¿De verdad? «Que me consuma la fogata, que acabe pronto mi agonía, no creáis que aquí se acaba, volveré en la próxima vida». Ahhh. Y punto.