A las 8 de la mañana y el Falla está pletórico antes de que empiece a cantarla comparsa Martínez Ares. El público los demanda, ellos se gustan antes de empezar con esa formación que ocupa prácticamente todo el escenario. Llama la atención cómo, en cada pase, ha sonado más fuerte el Credo de Juan Carlos cuando recrean su velatorio.
En el primer pasodoble, narran un crucero, “cómo corren todos para alcanzar un buen puesto”. Hay dos restaurantes, “voy a preguntarle a la azafata si ya han traído nuestro equipaje”. El giro, lo siento don Antonio, se espera. “Abrimos hoy las noticias más de 50 inmigrantes han muerto ahogados”. En el remate, ese niño que estaba en el barco “sobrevive en la playa y pregunta por su madre ‘venía conmigo de vacaciones'”. En el segundo, mucho más personal van repasando los problemas para salir, cómo quedan, que “son dos tipos” y cómo se ponen de acuerdo. “Se hacen apuestas si va con el chándal el Nico otra vez”. Se van emocionando hasta terminar diciendo que cuando me dicen artista ellos dicen que ésa es “la que me aguante y mi niño”. En un curioso remate dicen que no hay dinero que pague esos sacrificios “para darle al mundo más carnavales”. Que cierto es que participan en festivales benéficos pero que, en el resto de ocasiones, cantan por el parné. Como escribo yo esto, claro.
Van con los cuplés. El primero es que don Antonio ha conseguido este año el antifaz, “con todo lo que tú has rajado”. Bromita con su delgadez, se ha quedado en “nariz y cejas”. El segundo, a los bailes que se hacían en el Falla. Y hablando de recuerdos imaginarse ustedes cuando seais viejos, recordando los carnavales, “yo solo me acuerdo que cerraba Martínez Ares”.
El popurrí vuelve a ser un acto de preciosismo que, por esperado, no deja de sorprender. Sí parece cantado en este pase de la Final con un poco más de relajo, como si vinieran más a divertirse que a asegurar un premio que, en muchas quinielas, les dan por seguro.