Ramón Gómez, propietario de El Millonario

Carnaval de Cádiz 2021

‘El Millonario’ resiste: “Si hago 20 euros de caja me voy hasta contento”

Ramón Gómez, propietario de la tienda El millonario, afronta su primer mes de febrero sin Carnaval de Cádiz

Por  7:22 h.

Un incendio, varias crisis, un intento de venta y ahora la pandemia del coronavirus. Ramón Gómez, más conocido en Cádiz como ‘El Millonario’ sigue resistiendo a pesar de las adversidades y mantiene en pie un negocio con mucha historia. “¿Pero tú no ibas a cerrar?”, le preguntan aún muchos clientes que pasan por la calle Barrié para tomarse unos minutos junto al propietario de esta mítica tienda de artículos de broma y de Carnaval que ha vuelto a quitar el cartel de ‘se vende’ de su escaparate.

 

Fue en los años 70 cuando el padre del actual propietario comenzó con un negocio que durante décadas no ha tenido rival en la ciudad. Por entonces se convirtió en la primera tienda de frutos secos y caramelos que había en la capital gaditana, en un pequeño local de la calle Compañía. Allí vivieron buenos tiempos él y su familia, lo que les permitió ir incorporando poco a poco otro tipo de artículos de juguetes ante la creciente demanda de sus clientes.

 

De hecho, la prosperidad del negocio les permitió llegar a tener hasta tres tiendas al mismo tiempo, la de Compañía, a la que se sumaron una en la calle Bendición de Dios y desde 1982 la actual, situada en la calle Barrié. Fue entonces cuando comenzaron los baches y las crisis económicas y El Millonario acabó limitando su actividad a la calle Barrié, donde se había hecho con una buena clientela entre la gente que acudía a diario a la plaza y alrededores. Su sorprendente variedad en apenas unos metros cuadrados ha sido siempre una de sus señas de identidad y también uno de los grandes atractivos para un público que a veces acudía por tradición.

 

Allí ha pasado Ramón casi toda una vida, entre las largas colas que se formaban cuando llegaba la Navidad o el Carnaval y los silencios que han sucedido a estas colas en estos tiempos. Siempre rodeado de cientos y cientos de juguetes que aunque parezcan desordenados, están perfectamente localizados en la cabeza de su propietario. “Yo sé dónde está cada cosa porque llevo años, o mejor dicho, décadas, poniéndolas en el mismo sitio, por lo que lo único que hago es reponer, pero sin cambiarlo de sitio. Eso es fundamental para poder localizarlo cuando me lo piden. Además, ahora ya tengo mucho menos que entonces porque estoy tirando con la mercancía que tengo comprada y sólo repongo cosas puntuales” comenta un desanimado Ramón, que vive su primer mes febrero sin Carnaval.

 

Tres tiendas en Cádiz

 

“Para mí es un auténtico desastre porque gran parte del año depende de las ventas de Navidad y Carnaval. Cuando acababa la Navidad, ya tenía yo gente esperando fuera de la tienda para pedirme artículos de Carnaval. Y ahora imagínate, me voy muchas veces a cero a casa o con dos o cinco euros. Si hago 20 euros de caja me voy hasta contento“, comenta el empresario, que asegura que está teniendo que tirar de sus ahorros para vivir porque con lo que gana en la tienda no le da ni para cubrir los gastos. De hecho, asegura que incluso ha perdido a algunos de los proveedores que venían de fuera para venderle artículos de bromas, porque al hacer tan poca inversión, ya no les merece la pena el desplazamiento.

 

“Ya sólo abro por la mañana porque por las tardes no hay nadie en la calle y encima tenemos que cerrar a las seis. No sé cuánto podré aguantar en esta situación porque es inaguantable. Sin vender nada todo el día y encima pensando en lo que viene. Es inevitable no deprimirte, ya no sólo por ti sino porque estamos todos los comercios igual. No paramos de darle vueltas a la cabeza y encima vas viendo a la gente de al lado que tiene que cerrar sus negocios. Estamos pasándolo muy mal todos los comerciantes”, cuenta Ramón que tuvo que dar marcha atrás a su decisión de cerrar el negocio.

 

“Pensaba jubilarme pero cuando me llegaron los números de la Seguridad Social, tuve que volver a abrir el local. Ahora tengo que esperar a que pasen al menos tres o cuatro años”, asegura El Millonario, que tras toda una vida detrás del mostrador espera poder jubilarse en unas condiciones dignas. “Espero aguantar o que venga alguien a quedarse con el negocio y yo poder aguantar con ese dinero hasta la jubilación. Tengo la suerte de que el local es mío”, asegura el profesional.

 

No obstante, Ramón sigue pensando que lo mejor para todos es no celebrar el Carnaval. “Ya sé que es algo que va en mi contra pero la salud es lo primero y esta pandemia está haciendo mucho daño. Ahora hay que ser responsables y quedarse en casa. Esperamos que haya más años de Carnaval”, confiesa este generoso empresario, que considera que lo que se está viviendo en la actualidad no tiene nada que ver con lo vivido.

 

La crisis de la pandemia

 

“Antes de esta pandemia pasamos algunas crisis, unas económicas de forma general y otras en nuestro negocio en particular, cuando aparecieron las tiendas de todo a cien, por ejemplo, pero siempre me he defendido porque yo siempre he tenido una gran variedad y cierta calidad que no se puede encontrar en este tipo de establecimiento. Ellos venden unos productos muy baratos, con los que yo no puedo competir, y además son de mala calidad. A pesar de todo, nunca me han faltado clientes, la verdad, que siempre acudían para Navidad, Carnaval, para fiestas o para despedidas de solteros. Pero esto es una auténtica ruina”, concluye El Millonario.

 

“He estado muchos años detrás de un mostrador y le puedo asegurar que esto no lo he visto yo nunca. Mi fuerte siempre ha sido el Carnaval y los artículos de bromas, pero después todo el año me mantengo porque se llevan muchos juguetes pequeños. Es cierto que los tiempos van cambiando, las costumbres y la vida y nos tenemos que mentalizar, pero en estos momentos no hay demanda de ningún tipo. Por eso, lo único que pido es que esta situación acabe cuanto antes, por la saliud, que es lo primero, y por muchos trabajadores, que no saben cómo van a terminar”, asevera.