reportaje | making off

El día que nació la otra Constitución

Autores, intérpretes, artesanos, comerciantes y el concejal de Fiestas se reunieron en el Gran Teatro Falla para la jura simbólica de la Carta Magna que recoge los derechos y deberes de todos los carn

Por  10:49 h.

No todas las grandes historias tienen porqué tener un comienzo espectacular. La que ahora nos ocupa nació en un despacho, en una reunión rutinaria de trabajo que para nada presagiaba lo que traería consigo. Apenas una decena de personas: varios periodistas, un artista gráfico, un experto en imagen y un reto sobre la mesa. Había que preparar una revista de carnaval a la altura de la fecha que celebra la ciudad.

Con ese punto de partida la inspiración del proyecto estaba clara, debía ser el Bicentenario de la Constitución de 1812. Pero ¿cómo unir un hecho histórico de la importancia y complejidad conceptual como el que acogió Cádiz a principios del siglo XIX y el Carnaval?

La maquinaria mental y física empezó a moverse de inmediato. El concepto de la Constitución del Carnaval se impuso sobre todas las demás opciones que se manejaron. «¿Y si intentamos que se impliquen algunos carnavaleros? ¿A quién le podríamos pedir ropa para disfrazarlos de diputados? ¿Dónde se podrían hacer las fotografías?» Las dudas inundaron la sala, casi al mismo nivel que la ilusión por hacer algo que ya se intuía que podría ser un trabajo rotundo, de los que se agradece hacer y de los que gusta leer.

La primera decisión que hubo que tomar fue el escenario donde realizar el reportaje fotográfico. Surgió la idea de pedir permiso para entrar en el Oratorio de San Felipe Neri. Era sin duda el escenario más fiel a la hora de homenajear a los diputados doceañistas y su trabajo en las Cortes Generales. Finalmente esta idea se desechó. Las obras de rehabilitación ?a estas alturas ya casi listas? que se acometían en el templo no hubieran permitido sacar todo el jugo a las imágenes. «¿Y si los llevamos a algunos escenarios emblemáticos que guarden relación con el Doce?». Esta segunda opción también quedó descartada. La dificultad de mover a un nutrido grupo de personas contando con unos medios modestos y, más aún, la incertidumbre climatológica propia del mes de diciembre lo desaconsejaban.

Y dándole vueltas al asunto por fin alguien dio con la clave. «¿Y por qué no lo hacemos en el Falla?». Todos de acuerdo. Imposible encontrar un mejor escenario para cobijar el alumbramiento del texto. Justo ahí empezó el trabajo de verdad.

La negociación con el Ayuntamiento de Cádiz para conseguir la cesión del espacio no fue sencilla. La agenda propia del teatro tenía pocos huecos. Además, había que contar con personal disponible para abrir las instalaciones y poner sus medios a disposición del periódico. La Delegación Municipal de Cultura estudió la propuesta y, a pesar de los inconvenientes, por fin dio el visto bueno a la petición. Eso sí, «el único día disponible es este jueves». Teniendo en cuenta que la respuesta llegaba un lunes hubo que empezar a correr, literalmente.

Conseguir el vestuario adecuado fue el siguiente reto. Tras llamar a varias puertas fue la Delegación de Cádiz 2012 la que, tras la autorización del concejal responsable del área, Juan José Ortiz, nos cedía el uso de los trajes de época que habitualmente utilizan varias asociaciones de vecinos de la ciudad para llevar a cabo recreaciones en los actos relacionados con la época doceañista. El número de disfraces era limitado, y en base al mismo se elaboró una lista de personas con las que se quería contar para la elaboración de la revista. Con apenas 48 horas de margen se fue llamando a autores, intérpretes, comerciantes relacionados con la industria carnavalesca, representantes de la fiesta de la calle y de la organización del Concurso.

Aún sin tener las circunstancias a favor, la respuesta de casi todos ellos fue positiva. Algunos tuvieron que declinar la invitación por motivos laborales, con otros no se pudo contactar, pero el listado final fue de auténtico relumbrón: José Luis García Cossío, Antonio Pedro Serrano ?El Canijo?, Joaquín Quiñones, Luis Rivero, José Antonio Vera Luque, José Manuel Braza ?El Sheriff?, Julio Pardo, Nandi Migueles, Miguel Villanueva, Adela del Moral, Antonio Quintana, Pepe Ángel González, Aurora Martínez, Salvador Fernández Miró, Manuel Jesús Morera, Ángel Gago y el concejal de Fiestas, Vicente Sánchez.

La disponibilidad y el entusiasmo que demostraron todos y cada uno de ellos hizo de un trabajo con una tremenda complejidad técnica una experiencia inolvidable. Desde que el ?Canijo? entraba el primero por la puerta del Falla la actividad fue frenética. El equipo de fotógrafos de LA VOZ montó un dispositivo técnico que dividía el gran escenario del coliseo gaditano en varios ambientes, hizo pruebas de iluminación y repartió metros y metros de cables entre bambalinas. Mientras los redactores se encargaban de ir recibiendo a los modelos de ocasión y entregarles sus ropas de diputados. En los camerinos se vivieron momentos de risa, de reencuentros. También hubo que resolver algún apuro con el tallaje de la ropa. Impagable la imagen de Salvador Fernández Miró tratando de enfundarse la túnica del obispo. Inolvidable también el momento en que Quiñones pisaba las tablas del Falla disfrazado. Era la primera vez en su vida que lo hacía.

Ya con todos en el escenario llegó el momento más emocionante. El romancero tomó el libro de actas en sus manos, el concejal prometió su fidelidad al texto y los improvisados diputados lanzaron sus sombreros al aire para celebrar que el Carnaval de Cádiz ya tenía su propia Constitución. Cada uno de ellos aportaba un artículo. Su visión personal de lo que debe ser la fiesta. Luego recorrieron los rincones del Falla, desde el ambigú a los palcos, pasando por el patio de butacas y las bambalinas. Allí improvisaron tertulias y simularon duelos.

La Voz puso los mimbres, pero ahora serán los carnavaleros, los gaditanos en general, los que legitimen un trabajo que ha sido posible gracias al empeño de unos pocos y a la colaboración totalmente desinteresada de muchos.