El cambio de sentido de la carrera oficial triunfa con el tango

Los recorridos alternativos se afianzan en un brillante carrusel de coros por el sol y las ganas de disfrutar

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Poco antes de las dos de la tarde, siguiendo el horario previsto por el Consejo Local de Agrupaciones Carnavalescas, la primera cruz de guía en forma de batea, en este caso la del coro de la peña lasaliana viñera, La jarca de Manué comenzaba a tomar posiciones en las cercanías de la plaza de Candelaria. El enorme gentío que acompañaba los primeros compases del tango en la jornada del domingo, dejaba paso a una cierta tranquilidad, propiciada por el hecho de que ayer sólo era festivo en Cádiz. Tras ellos, un buen grupo de entusiastas coristas procedentes desde San Fernando tomaba su lugar en las bateas. Son los chavales de Killo ten Karma, que llevan varios años viniendo al concurso de agrupaciones del Falla y que son unos fijos en este carrusel de coros. Le seguía la cruz de la guía de la batea más laureada en la historia de todos los carnavales del mundo. Esta gente viene con un atuendo que a unos ingleses que habían apostados por el lugar les resultaba familiar. Hubo que explicarles que no eran Los Beatles y que lo único que hacen es homenajear al gran comparsista Enrique Villegas. Detrás de ellos un gente entrañable, llegan desde Puerto Real y se hacen llamar El trocadero de Puerto Real y no hay quien acabe con su moral, pese a que llevan dos años sin meterse en la segunda fase del certamen de coplas de la casa de los ladrillos coloraos. Y en este entramado caranvalesco-cofrade no podían faltar los que no forman parte de la nómina de hermandades del Consejo de Agrupaciones Carnavalescas. Se trata de Los piratas de Cadibe y hacen reir y, de paso, se ríen de lo lindo.

Cuando aún se escuchaban los últimos sones de los tangos más gamberros del coro de Luis Frade, los integrantes de La musigadité ocupaban su lugar en la batea para dar el pistoletazo de salida al segundo de los recorridos. Eran casi las tres de la tarde y el calor ya era perceptible entre los jartibles que llenaban la plaza de Candelaria, aunque eso sí, mucho menos concurrida que en la jornada anterior.

Tras ellos, unas lesbianas que siempre despiertan ganas de cachondeo. Triunfaron en el Falla y son habituales campeones de la calle, Los que mueren por la pipa de la Paz, de la Pepi, de la Paqui, de la Pilar. Al público de a pie se le notaba más entregado que al del Falla el viernes.

Le seguía El coro del futuro, el de Nandi Migueles. Curiosa la ingente legión de seguidores que congrega este grupo a su alrededor. Y todo un placer, escuchar las letras inéditas que estos muchachos de azul sicodélico se quedaron sin poder cantar en la casa de los ladrillos coloraos como parte de su estrategia. Hablando de estrategias, no perdía detalle el que fuera futbolista y entrenador del Cádiz, Oli. Al menos así lo entendieron también el director deportivo del Cádiz, Julio Peguero, junto al consejero de la entidad Luis Escarti.

Plaza Mina

Muy cerquita de allí, en la plaza de Mina, otros de los enclaves señeros de esta carrera oficial carnavalesca la chavalería vuelve a hacerse visible en la batea. Se trata de El supercoro, de Desiré Tey y Germán Moreno. Le seguían con igual entusiasmo Tirabuzones, La Estudiantina y La bien nacida. Después de la sobremesa el coro de Faly Pastrana y Quico Zamora se ubicaba en su lugar natural en El Cañón, después de recibir la visita de Teófila. A esa hora las ilegales ocupaban su reino en la Viña y la más emblemática, Los Guatifó hacía las delicias del personal en la calle Nueva.