El arte sale a escena ante las críticas

Trabajo y pasión

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La mayor expresión artística es la que transmite y despierta las mejores sensaciones, la que hace las delicias de los sentidos. El Carnaval en su centenaria historia se ha centrado en la estimulación auditiva. Las coplas míticas han cumplido durante décadas su misión… pero en el mundo de la imagen ahora hay que ofrecer más.Surgen voces críticas que desprecian y vilipendian a aquellos que se preocupan más del envoltorio que del contenido. Una batalla al estilo Góngora-Quevedo. Pues no vale con una buena letra para agradar, hay que seducir desde que se despliegan las cortinas. La presentación no necesita de una melodía, tampoco del punteo de una guitarra. Basta sólo con mirar, y disfrutar.Hace tiempo que el tipo ya no sólo es una excusa, sino el medio y el fin de la agrupación. El paso siguiente ha sido demoledor. Arcaicos quedan ya esos forillos que se colocaban en el Andalucía o el Falla y valían para cualquiera. Hoy en día, todos, absolutamente todos llevan su propio telón de fondo.imagen es casi tan importante como el sonido, la puesta en escena se antoja fundamental. Y se ha convertido en un arte, en manos, claro está, de artistas. Principalmente, dos empresas se encargan de que la idea de los autores pase de concepto a realidad palpable. Artifex y RAS han hecho   de su devoción la profesión. Los grandes montajes nacen de las mentes y las manos de estos señores. La Jarca de Manué, el cementerio de Tim Burton de Los trasnochadores, el mundo de Disney, el almacén de un chicuco… «El público, sobre todo el de fuera que sólo nos ve por televisión, se queda pegado a la pantalla muchas veces más por la escenografía que por las letras, que a veces ni siquiera entienden», comenta Ricardo, de RAS. El papel de Canal Sur ha sido decisivo para esta transformación, «si hubiera un telón negro mucha gente cambiaría de canal». Precisamente, gracias a la influencia y poder de los medios se inició la carrera de estos jóvenes artistas. Al principio fue RAS quien ocupó ese vacío generacional. El mítico Peinado se retiraba sin encontrar una digna sucesión, no más que aficionados que tejían sus propios trajes y elaboraban complementos con materiales precarios. Ahora se ha creado un fuerte tejido industrial, con artistas que se dedican profesionalmente a esta labor. En Artifex, Juandi retoca los palomos de la chirigota los ONG mientras que Enrique pinta el forillo de otra agrupación onubense. Antonio el carpintero trabaja con sus estructuras y Manu dirige el cotarro. La mayoría son licenciados en Bellas Artes. La función está perfectamente determinada «aunque al final todos colaboramos en la puesta en escena, aportando nuestras ideas y dando el toque preciso. Así todo es más dinámico, menos aburrido», destaca Juan Diego. En Artifex hay seis personas trabajando desde muy tempranito en su taller, y por la noche montan todo el tinglao en el Gran Teatro. En RAS, lo mismo. No viven exclusivamente del Carnaval, pero es sin duda cuando llega el mayor volumen de trabajo. Los primeros colaboran con 21 agrupaciones, los segundos con 27, más las ayudas puntuales. «Es lo que nos quita el sueño». «Y lo hacemos porque nos encanta, es nuestra pasión, ya que no proporciona tanto dinero. Es más, necesitamos muchos grupos para que salga rentable», confiesa Ricardo Lores. A lo largo del año prosiguen con su negocio y realizan trabajos para compañías de teatro, en Semana Santa y ferias, y hasta en los Juanillos, «nuestro hobby», dicen en Artifex. A veces nos vemos desbordados en Carnaval y tenemos que cerrar el grifo. Por fortuna, hay más empresas que se dedican a esto, y no nos da tanto apuro».Por eso, responden a los que critican tanto atrezzo y puesta en escena. «Gracias a esto varios gaditanos podemos trabajar en nuestra tierra y en lo que nos gusta». Un bofetón a todos esos reproches.El Carnaval les apasiona. Ricardo es técnico electrónico, pero gracias a los diseños que le hacía a su chirigota (las míticas Gargolas o Mi viejo Barrio) encontró su hueco en el panorama artístico. Juan Diego, de Artifex, cantaba en la comparsa de Joaquín Quiñones. «Esa afición es un punto más. Además del esfuerzo máximo, se le pone más cariño porque te gusta». Y reconoce que «es un trabajo muy agradecido y que llega a muchas personas». Los precios se fijan en función de lo que puedan pagar los grupos. Lo suficiente para que sea rentable (pagar materiales, sueldos, locales,…) y sin abusar, si bien las horas invertidas son mayores que los euros recibidos (pocas superan los 3.000 euros). El forillo va de 1.300 a 1.900 según la empresa, y su alquiler, entre 300 y 400 euros. Artifex destaca que nunca cobran a infantiles («es un abuso y sabemos la ilusión que les hace»), sino que reutilizan los telones de otros años.Pese a las críticas, son los autores los que les buscan. Además, confían plenamente en su capacidad artística, en su creatividad, y a cada año aumentan su fidelidad. Los foráneos piden continuamente consejo, los veteranos dejan las ideas en sus manos, y sólo algunos con un pensamiento más definido coartan algo su imaginación.Los tiempos han cambiado, y el Carnaval se está subiendo al tren de alta velocidad. «Si no llevas una buena puesta en escena, debes tener unas letras brutales para impactar», asegura Ricardo Lores. Lejos queda el casette destrozado de tantas vueltas, y hasta el cd comienza a quedarse obsoleto. El Carnaval es pa verlo.