
Desde hace meses y durante los próximos doce días, cientos de hombres (y algunas mujeres pero, aún, sólo algunas) se encierran cada noche en locales misteriosos e inaccesibles repartidos por toda la ciudad de Cádiz, también por otras localidades de la Bahía, de la provincia e incluso de otros lugares de Andalucía. Una vez dentro de sus refugios, nada lujosos por lo común, empiezan a cantar letras y músicas nuevas a estrenar.
Ese estreno llegará, gradualmente, a partir del próximo 31 de enero cuando comience el Concurso del Falla. Según el último recuento, 159 grupos de cuatro modalidades renuevan a diario este ritual de encierro y ensayo. Uno de ellos, de los más conocidos y reconocidos, es el de José Luis García Cossío. Como desde hace años, su guarida está en el Paseo Marítimo, una zona que dista de ser amable y acogedora en las noches de días laborables de noviembre, diciembre y enero. Junto a su grupo, formado casi por los mismos integrantes desde hace dos décadas, prepara ‘Pepe Trola’. La visita al ensayo comporta discreción.
No se pueden desvelar letras ni detalles pero basta con saber que serán fieles a su estilo y su prestigio. Un personaje inspirado en la calle, con una forma de hablar y gesticular propia, con una personalidad teatral que ha convertido varios de sus tipos anteriores (lacios, calzonazos, pepis, banqueros, titis, marujas o enteraos) en fenómenos sociales a escala local o provincial.
Al margen de los detalles de su agrupación, que deben permanecer a buen recaudo para propiciar la sorpresa sobre el escenario, en los momentos previos al ensayo, en los descansos, aparecen debates que comparten todos los grupos este año, todos los aficionados.
Las ausencias de comparsas destacadas, incluso de alguna chirigota, son más numerosas y llamativas que nunca. Existe una sensación de crisis en el Concurso. Los chirigoteros, en plena etapa de ilusión, se niegan al pesimismo.
«Es verdad que faltan comparsas de las buenas pero puede ser una oportunidad para otras más joven. Igual nos llevamos una sorpresa y aparecen grupos que gustan, que antes eran menos visibles. Puede ser», dice uno. «Va a ser un concurso como los demás», tercia otro. «En chirigotas sólo falta la del Love por el pregón y la del Sheriff», matiza un tercero.
Nadie está por dejarse llevar por ninguna inquietud ni pesimismo en la capilla de las vísperas. Es un momento de expectativa, de esperanza, de previsión de la diversión.
Hasta que se demuestre lo contrario, nada va a estropearla. Ni en este ensayo ni en ningún otro.
Se trata de encerrarse a pasarlo bien. A disfrutar y a maquinar para hacer disfrutar a los demás. Esa era la esencia del juego de palabras y músicas. Cualquier otra consideración parece secundaria. Si no fuera para pasarlo bien, quién iba a meterse entre cuatro paredes de locales sin lujos a pasar varias horas cada noche de tantos días. Que una cosa es encerrarse y otra estar para que te encierren.