EL INCIERTO PAPEL DE LA MUJER EN LA FIESTA

¿Acabamos con las ninfas?

Chirigoteras, antiguas portadoras de la banda y hasta concejales descartan eliminar la figura pero se inclinan por una urgente «adaptación al Carnaval actual»

Por  2:34 h.
¿Acabamos con las ninfas?

 

Al millar de rituales del Carnaval se ha añadido uno invisible y particular cada final de año. Los periódicos de la capital gaditana publican, por estricto orden, las fotos de las candidatas a ninfas que les envía el Ayuntamiento. Esa costumbre propicia otra. Los lectores, en su casa, en el bar, en el trabajo, en la pantalla del ordenador, se dedican a hacer su quiniela. Los hay que se burlan, otros que juegan a elegir (por el físico, lo único apreciable en una foto), o a descalificar. Durante los días posteriores a ese visionado de fotos, siempre salen voces críticas que piden la eliminación o revisión del certamen. Es el debate fugaz sobre si le ha llegado la hora de morir.

Los que lo desprecian lo califican de machista, casposo, anticuado. Los que lo defienden aseguran que es una ventana a la participación de la mujer, que su eliminación supondría limitar aún más su papel en la fiesta, que es una representación de la ciudadanía, un juego inocente para jóvenes que no daña a nadie. Que concurren voluntariamente.

A los pocos días de ese cotilla ceremonial de las fotos, la leve polémica se evapora de nuevo. Nadie se vuelve a plantear si este certamen tiene razón de ser o respaldo social. Hasta el año siguiente.

Un grupo de gaditanos, mayoritariamente de mujeres, que tiene experiencia en ilegales, que han portado la banda (y hasta la corona), historiadores, concejales o profesionales más o menos vinculados a la fiesta dan su punto de vista. La valoración general es que casi nadie pide la muerte del certamen. No despierta entusiasmo, pero la mayoría pide que evolucione, que sea revisado. En todo caso, que desaparezca por sí mismo, de forma natural, por falta de candidatas, nunca por una prohibición.

¿Punto y final?

Aurora Martínez puede ser de las personas con más perspectiva en el Carnaval. Fue Diosa en 1990, participó en el Concurso del Falla con un pionero cuarteto femenino, ha participado en la organización del certamen en numerosas ocasiones y, para colmo, es chirigotera ilegal. Con ese currículo, su opinión parece autorizada: «No considero que haya que terminar con la figura de las ninfas. ¿Acaso nos planteamos acabar con el Dios Momo? La figura de la ninfa forma parte del Carnaval. Quizás habría que darle más participación y a lo largo de todo el año. Pienso que habría que adaptar esta figura, modernizarla pero no eliminarla. En Valencia, seguramente nadie se plantea eliminar el papel de la fallera mayor».

Vanesa Macías, nieta del mítico corista Macías Retes, ninfa en 1992 y chirigotera ilegal cuando puede (ahora vive en Suiza) no se plantea la eliminación: «No hacen daño ni gasto a nadie. Son una representacion. Si alguien quiere que el Carnaval vaya a su casa, a su peña, a su barrio, pues van las ninfas. No va a ir Teófila, que está muy vista».

La periodista Mirian Peralta (que retransmite el Falla para Onda Cádiz) incide en el carácter voluntario de la convocatoria: «No debe elimiarse el certamen mientras haya chicas que mantienen la ilusión por lucir la banda. Nadie las obliga a presentarse y por lo que puedo comprobar cada año, disfrutan muchísimo».

Ana López Segovia, celebrada chirigotera, romancera premiada y actriz, apuesta por la naturalidad: «La figura de las ninfas acabará el día que tenga que acabarse. El final llegará de una manera natural. Hace dos o tres años, se dió la circunstancia de que, a falta de dos días para la finalización de la inscripción, había como diez niñas apuntadas nada más. Eso es un síntoma claro de que está perdiendo interés entre las mujeres jóvenes. Pero no veo que haya que acabar por la fuerza. Y si es final no llega, pues nada.Mientras haya mujeres a las que le apetezca presentarse, es legítimo».

El historiador Santiago Moreno, el único hombre en la discusión, se queda solo como proclive a la desaparición: «Es una tradición heredada del franquismo que en su momento se decidió conservar. Pasó de la elección a dedo de niñas bien, a certamen público. Hoy está en claro declive. Su anulación sería un paso importante hacia un Carnaval más auténtico y menos machista».

¿Machista concurso de belleza?

El machismo, precisamente, es el mayor argumento contra la figura de las ninfas. Que si se les elige por un mero criterio de atractivo físico, que si los hombres no sufren esa misma mirada estética, que si es una figura anticuada respecto a una sociedad que avanza hacia la igualdad entre géneros. «Se las elige por un conjunto de cualidades, no es un concurso de belleza. En cuanto a que al hombre no se le exigen estos atributos… Quizás deberíamos abrir las puertas del concurso de similar para hombres», defiende Aurora Martínez.

«No es un concurso de belleza, aunque ser mona ayuda. Sabina se equivoca cuando dice que ‘las niñas ya no quieren ser princesas’. Además a los hombres se les mide y se les critica mucho más. El Carnaval ensalza a la mujer -a no ser que sea política- como madre, amiga, compañera… Al hombre lo pone a parir, siempre que no sea un autor muerto, que entonces ya son todos buenos», sostiene la exninfa Vanesa.

Mirian admite que «cuenta la belleza y la simpatía de las aspirantes, y en todo caso, el chovinismo de la chica» pero matiza que la influencia del físico también afecta a los hombres. «Actualmente ha prolifera el fenómeno fan por las agrupaciones de chicos guapos, ¿qué valoran más: el repertorio o el atractivo de sus componentes?». La concejala socialista Marisa de las Cuevas, resume la opinión más generalizada. Nadie está por quemar las bandas como si fueran sujetadores en los años 60, pero sí quizás por darles un aire nuevo: «Habría que darle un matiz más moderno a la figura de las ninfas, que estuviera más acorde a los tiempos actuales. Se debería añadir, a la representación de la mujer gaditana, la del hombre».

Según la propuesta de la socialista, aquellos chicos que aspiraran a representar a los ciudadanos presentarían un informe avalado por asociaciones. La elección se haría de manera paritaria. Tantos hombres como mujeres. Es la idea del PSOE. «Hay que ser valientes», resume De las Cuevas.

La difícil igualdad

El certamen de las ninfas es, finalmente, una mínima parte del debate. La cuestión de fondo es la escasa participación de la mujer en el Concurso de Carnaval y la, ya creciente pero aún lejos de la paridad, aparición en el fenómeno de las ilegales. Aunque haya supuestas excusas técnicas (como que la voz femenina no encaja bien en la tradición musical de la fiesta gaditana), los consultados piensan que se trata más de argumentos históricos.

«Es verdad que la mujer en la fiesta oficial no tiene el mismo peso que en la calle. Pero ojo con las agrupaciones callejeras femeninas que cada año van en aumento», advierte Aurora Martínez.

Vanesa Macías aporta otra clave que limita a las féminas: «Las jóvenes estudian más que los hombres, está documentado, y la mujer adulta trabaja, tiene hijos… No se pueden permitir meses de ensayos. Eso sí que es machista».

Mirian Peralta aporta un argumento similar: «La participación de la mujer en la fiesta continúa en proporciones ínfimas, aunque en los últimos años se han incorporado más. El origen está en el mismo problema que afecta a todo el género femenino en cualquier ámbito. Si no podemos conciliar vida laboral y familiar, ¿cómo encajamos en esa difícil ecuación la disciplina de ensayos?».

Santiago Moreno admite que el machismo está presente en «una tradición muy antigua. Costará todavía algunos años llegar a una participación igualitaria plena. Pero ojo, eso será si ellas quieren y si las dejan. Son décadas y décadas de monopolio masculino».

Ana López Segovia, que ha paseado el pujante Carnaval ilegal femenino por los teatros de toda España, resume que «la participación de la mujer en la fiesta es pequeña por lo mismo que ha sido siempre pequeña la participación de la mujer en otros aspectos de la vida. Es un reflejo de la sociedad. Todo lo que tuviera que ver con privilegios (entre ellos el derecho al cachondeo) estaba reservado a los hombres. Las cosas no se cambian de un día para otro».

Sobre la evolución hacia la igualdad real y práctica «la única alternativa es que nosotras nos convenzamos de que tenemos derecho, de que somos creativas, de que la gracia no es exclusiva del hombre. Esto ya ha sucedido en la calle, y a todas las que salimos en este tipo de agrupaciones nos ha ido muy bien. Salvo casos aisladísimos, nunca he sentido el rechazo del público por el hecho de ser mujer. Más bien al contrario, tenemos a favor el elemento sorpresa. La gente no está acostumbrada a escuchar a mujeres decir ciertas cosas, y les encanta».

Las bandas deben evolucionar pero mientras, al menos, se impone la certeza de que hay otro Carnaval para la mujer. Está en plena calle.