Son las ocho y media de la mañana y Jacobo ya está en planta. Su despertador, que son sus gemelos Iker y Jacobo, de momento no entiende de Carnaval ni de descansar el domingo. Quieren comer y Jacobo, junto a su mujer, se dividen las labores para arrancar una jornada maratoniana que tendrá de todo. Muchos biberones, algunos pañales y, sobre todo, muchas ganas de pisar las tablas del Falla para hacer turismo.
11.00 HORAS
En dos horas, el corista ha conseguido recoger la casa, dar de comer a los pequeños y vestirlos. Todo un récord para un dúo que, según sus padres, apuntan maneras de travieso. Eso sí, ha necesitado para la ocasión de la ayuda de Javi, uno de sus amigos, que además de tareas de padre comparte con él coro y amistad. «Para mí este coro es parte de mi vida, porque más que una agrupación es un grupo de amigos que nos hemos criado juntos desde pequeño. No hemos tenido nunca un mal rollo», comenta Jacobo mientras monta a los niños en el cochecito para dar un paseo hasta el bar Stop, donde desayunará pasadas las doce de la mañana.
14.00 HORAS
El paseo ha terminado. El corista ha quedado con sus compañeros en la hamburguesería La Huella para almorzar. Allí quedaron antes de actuar en la fase clasificatoria y, como la cosa fue bien, hay que repetir. Una manía tonta pero si funciona….Quedan aún siete horas para abrir la función y el ambiente del Falla ya se nota entre los componentes. Nervios, algo de tensión y mucho cachondeo es el único entrenamiento que practican antes de un momento tan especial. «La verdad es que a nosotros nos encanta la calle. No puedo negar que pisar el Falla es emocionante, pero yo ya estoy deseando llegar a la calle».
16.30 HORAS
Y de La Huella, directamente a la residencia de mayores de la calle Zaragoza donde se preparan para hacer turismo, pero el de calidad. Después, quizás haya fiesta.