Hay cosas que cambian siempre,
hay cosas que nunca cambian.
La rubia en la alcaldía
y Cádiz sin mucha plata.
El Remolino y su gente
creciendo sobre las tablas
y Julio Pardo luchando
aunque a veces no lo clava.
Hay cosas que cambian siempre,
ay cosas que nunca cambian:
un piquete de astilleros
cortando el puente Carranza.
Desde el Love hasta Subiela,
el recuerdo del Maspapa
y ese coro de los niños
con sus adultas gargantas.
Hay cosas que cambian siempre,
hay cosas que nunca cambian:
aquellos planes del doce
que quedaron en patrañas.
La cantera de las coplas,
Adela y las otras damas
de hierro, de caña y pito
y de sexo, gaditanas.
Hay cosas que cambian siempre,
hay cosas que nunca cambian:
dos máscaras que se besan
sin comprender que son máscaras.