Carnaval

Gran Teatro Falla: llega el final de la cuenta atrás

Por  3:19 h.
Gran Teatro Falla: llega el final de la cuenta atrás

 

Yde repente, un rastro de sueños como papelillos dispersos por la moqueta. Mientras las agrupaciones agraciadas con la Final del Concurso del Gran Teatro Falla, afinan instrumentos y cuerdas vocales de cara a la gran noche de mañana viernes, entre el resto cundirá la desolación, los concursos de segunda, las actuaciones a menor caché del previsto, en el caso de que alguien les contrate e incluso en el caso de que alguien decida finalmente pagarles. Que todo puede pasar.

Bienvenidos al denominado juicio final. Los que ya fueron condenados al infierno, desde las supuestas llamas del olvido de las que algunos cajonazos del pasado lograron salvarse, ya sólo aspiran a ganar el inexorable veredicto de la calle, el Concurso del aplauso del público, el reconocimiento en la carcajada de un anciano o en la sonrisa perpleja de los niños. De nada les sirve pensar en cuántos de los grandes -y ellos también lo son-no pasaron ese listón alguna vez en el pasado ni se sintieron algún día como un juguete roto.

Los que no podrán estar el viernes sobre las tablas del Gran Teatro Falla creerán tal vez que todo ha sido en balde. Un largo esfuerzo de varios meses, de largos ensayos, escaqueos de casa, eternas tardes de domingo poniendo los dedos sobre la guitarra, acoplando las voces, cabreándose con amigos de la infancia y asistiendo a encuentros inesperados como probable inicio de una larga amistad que, como ocurría en la película Casablanca, seguro que irá tomando cuerpo durante los años venideros.

Que todo ha sido en vano, tal vez piensen: discusiones sobre el tipo y el nombre de la agrupación, mosqueos con el director, broncas con el letrista, las medidas del traje que no estaban bien y hasta hubo que echarle un pespunte o un dobladillo. Que todo fue gratuito, pensarán a caso: las horas muertas leyendo el reglamento por si fuera posible compaginar el Concurso de Cádiz con el de Oklahoma, el orgullo al hacer el paseíllo hasta la Catedral de los ladrillos colorados, el cosquilleo de sentirse, aunque sea por unas semanas o unos meses, legítimos herederos del Tío de la Tiza, el nerviosismo entre las bambalinas, el nudo en la garganta al salir a escena, el inexplicable calor de su gente.

Sic transit gloria mundi, se dirán los que sepan latín o visiten cementerios, al final de esta cuenta atrás. Atrás para siempre o al menos por esta temporada, la larga espera de las valoraciones del periódico, los fallos del Jurado que a veces realmente son fallos, cada fase como un implacable examen de reválida. Ahora, cuando todo ha terminado o así se lo parece, tal vez no se den cuenta de todo lo vivido, de todo lo soñado, de todo lo sentido.

Y que, como escribió Cavafis que no era autor de Carnaval, lo importante para Ulises nunca fue llegar a Itaca sino el viaje hacia la isla donde le esperaba Penélope. Por cierto, qué buen tipo para una comparsa o para un coro.

Lo mismo se atreve a comentárselo al director de la agrupación en cuanto pase la Semana Santa y se les haya pasado ese extraño vacío que, desde la madrugada, les ha encogido el corazón. Más se perdió en Cuba, aunque, claro, allí en el año 1898 no había Concurso.