BASADO EN UN HECHO REAL, POR JUAN JOSÉ TÉLLEZ

El Carnaval de Cádiz y Andalucía suelen ser piscis

Por  3:05 h.
El Carnaval de Cádiz y Andalucía suelen ser piscis

Aveces,  los horóscopos no son simples supercherías, sino que obedecen a extraños albures del espacio y del tiempo. Así, el Carnaval y el día de Andalucía que suelen coincidir, chispa más o menos y si nos deja el calendario cristiano, en torno a la misma regencia de las estrellas. El Carnaval y los andaluces somos del signo de piscis, como tendría que serlo Cádiz, una ciudad rodeada por mar salvo por las estrellas.

Sin embargo, querido presidente José Antonio Griñán, no te llames a engaño porque al Carnaval de Cádiz le suele privar más el 4 de diciembre que el 28 de febrero, quizá porque como ambos días se diferencian, aquí nos priva históricamente más lo ilegal que el oficialismo, aunque a croqueteros no nos gane nadie.
Los de ayer ya no somos los mismos. Como Andalucía tampoco lo es, no nos pongamos estupendos: ¿cuántos estaríamos dispuestos a salir a la calle, señor presidente, si nos quisieran encoger el traje chaqueta de nuestra autonomía, como algunos pretenden ahora? A costa de la crisis, más temprano que tarde, tal vez haya quien diga que el Carnaval es demasiado caro. Y que la democracia también lo es.

Pero yo le estoy hablando de entonces, de cuando la utopía no se calculaba en letras a treinta, a sesenta y a noventa, ni los mercados parecían influir en nuestras ambiciones mayores, sino que éramos, por primera vez en la historia, como un puño. O como un sueño. También el Carnaval se echó a la calle a luchar contra aquellos que quisieron entonces echarle un dobladillo al caciquismo, a la política decidida desde remotos despachos, cuando no hacía falta un premio a los autores para levantar la rebeldía andaluza como una pancarta desde los cancioneros:¿o no recordamos, acaso, a ‘Nuestra Andalucía’, de Aurelio del Real y de Pedro Romero, que reclamaba tempranamente «lo que sus gentes /y nuestra región necesita,/buscar su bienestar/y tener su autonomía./Somos conscientes/y bien lo sabemos su gente,/es una tarea dura/que se escuche nuestra voz./Pero estando todos muy unidos/no cabe duda, lo lograremos,/no pedimos ningún lujo,/solo trabajo, un mejor trato/y en paz./Trabajar, trabajar,/queremos trabajar,/basta ya de tantas mentiras,/no se puede engañar/al pueblo sin piedad,/que los andaluces/no aguantamos más», clamaba el popurrí con la música de ‘Libertad sin ira’, que popularizó Jarcha.

Luego vendría, como en tantas otras ocasiones, el desencanto, los nuevos tópicos, los viejos señoritos y los flamantes señores, los coches oficiales frente a los niños descalzos. Quizá fue entonces cuando ‘Los Yesterday’ no tuvieron otra ocurrencia que parodiar el himno oficial, a menudo demasiado oficialista y con una letra políticamente incorrecta para los tiempos que corren cuando a algunos quizá les gustase que no existiera como si fuera la del Himno de España: «Aunque diga Blas Infante/andaluces levantaos,/perdón que no me levante,/pero estoy mejor sentao./Bueno vi a poner de pie/ vi a dejar de tonterías/venga una dos y tres:/ qué bonita Andalucía./Vamos a ponernos serios/ que vamos a cantar el himno/los andaluces queremos/volver a ser lo que fuimos./Lo que fuimos antiguamente/pobrecitos y vasallos,/siervos de terratenientes/y de chulos a caballo./Si este pueblo se disparata/con la boda de un matavacas/y la niña de una duquesa,/si este pueblo se le arrodilla/ a una espada y a una mantilla/este pueblo me da vergüenza./Menos rollos de verdes mares/ de campiñas y de olivares/que así luego nos luce el pelo./Casta,/después te ponen la serie/de Emilio Aragón con sus castas/y aparece en el más ínfimo escalón/de su estrecha jerarquía/el servilismo mamón/de las marmotas de Andalucía».

Los tiempos cambian, pero la esperanza no. Feliz día, presidente. Andalucía, ya lo dijo Antonio Gala, es capaz de las mayores rebeldías y de apuntarse a todas las barricadas. Pero llegando julio, todos decimos qué calor hace y nos vamos a la playa de Chipiona. Al Carnaval, le ocurre lo mismo que a nuestro pueblo: por la boca muere el pez, se le va la fuerza como a la gaseosa y a las primeras de cambio, el mismo que levantaba la voz en los cuplés le da ojana a la alcaldesa y a sus concejales. O a sus consejeros y a usted mismo, amigo mío, si es que se deja caer por el Falla.