Hay que ver cómo está
el monstruo de los mercados
que anda pegando bocados
sin derecho a resollar.
Son tiempos de tiburones
que se pasan nuestra prima
por abajo y por encima
de sus oscuras razones.
Este domingo cansado
de las páginas salmón,
me fui a Conil a la playa
y apareció un tiburón.
Allí volaban los windsurfistas
camino del puente canal,
mandaban eseoeses los socorristas
y todos los nudistas del Palmar.
Lo mismo era el bicho del caso Noos,
los eres falsos o Francisco Camps,
un ejecutivo de Goldman & Sachs
o cualquier master en corrupción.
Avizoramos su aleta siniestra
pero lo tomamos a cachondeo
hasta ver sus fauces abiertas
y la cara dura de Ruiz Mateos.
Sembró el pánico entre las masas,
se najaron adultos y menores,
temiendo que viniera Nueva Rumasa
de nuevo en busca de inversores.