Una maravilla de mercado

La comparsa de Quiñones demuestra, una vez más, la fortaleza del grupo

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El mercado de las maravillas, la comparsa de Joaquín Quiñones, ha
vuelto a demostrar sobre las tablas que en materia de grupo, pocas
agrupaciones pueden hacerles frente.
Después de una preciosa presentación, turno para su majestad el pasodoble. El primero, dedicado a divagar sobre su experiencia carnavalera ahora que ha sido nombrado dios Momo, mientras que en el segundo, celebra la recuperación de una mujer enferma de cáncer, que lo ha superado gracias a la medicina y el cariño de su familia.
Los cuplés han estado mejor que en otras ocasiones. El primero, sobre la dificultad de montar los muebles del Ikea, mientras que en el segundo tratan el asunto de la subvención por hijos, con un curioso e inesperado final.
El popurrit, muy bien cantado, es un viaje a través de las mercancías que puede vender “aunque no tengo de na”.
Muy buena agrupación, que sin duda aspira a todo.