blanco va la alcaldesa ha sorprendido al público con una puesta en
escena ingeniosa, en la que un componente de la chirigota, disfrazado
de Teófila Martínez, ha subido al escenario por el patio de butacas,
rodeada de guardaespaldas.
Mucho descaro sobre el escenario, frescura y caradura, son las señas de identidad de esta chirigota, que ha hecho de la puesta en escena su activo más importante, por encima de unas letras no excesivamente brillantes, una música del montón y ciertas carencias vocales.
La utilización de dos estribillos diferentes y la escasa duración del pasodoble también ha llamado la atención. De las letras, la más destacada ha sido la del pasodoble dedicado a los jóvenes que se van a Castellón, aunque sea un tema al que se ha recurrido excesivamente en los últimos tiempos.
En cualquier caso, su actuación ha agradado al patio de butacas, con el que ha conectado y del que ha arrancado risas en varios momentos del repertorio, sobre todo en el popurrit, lo más logrado del repertorio tanto por letra como por escenificación, a pesar de que por momentos se hace algo pesado por la longitud de las cuartetas.
Bastantes palmas y algún que otro “esto sí que es una chirigota” han sido la respuesta del agradecido público a la entrega de esta anárquica agrupación.